¿Acaso existe el amor?

Nuevo año, nuevo comienzo.

EN MULTIMEDIA: Camelia Heaton.

Otro maldito año, sonó el despertador.

Maldije en voz baja, era demasiado temprano, las vacaciones me sentaron mal. No fueron exactamente lo que esperaba. El único beneficio de esto era que ya no estaba mas ciega, cegada por amor.

Salí obligada de mi cama, yendo al cuarto de baño a darme una ducha.
Baje a la cocina deseando que mi hermano-Aaron- ya se hubiera levantado, no pensaba llegar tarde por su culpa.
Para mi suerte el ya estaba despierto ¿despierto? el muy imbécil parecía un muerto viviente tirado en la mesada de la cocina, lo golpee en la cabeza haciendo que este levantara la cabeza bruscamente.

-Bastante fastidiosa saliste por las mañanas, uno no puede vivir en paz en esta casa. - Aaron reprocho furioso por haberlo despertado de su mini siesta

-Tienes que admitir que tu vida sin tu bella hermana no seria lo mismo.- Sonreí victoriosa
Aaron y yo eramos muy unidos, era inmenso el afectó que ambos no teníamos, contamos el uno para el otro en lo que sea. Era incondicional en mi vida, y estaba segura que yo también en la de el.

-Deja de molestar y vamos a la universidad, se nos hace tarde enana.- Aaron me sonrió cálidamente y así dimos marcha a la Universidad.
Me subí a nuestro auto un Chevrolet Agile color negro, con Aaron amábamos este auto, ya en un año había compartido muchos momentos con nosotros.

A las afueras de la universidad se veía la cantidad de adolescentes que iban a transcurrir este año, unos estaban abrazándose como si su vida dependiera de ello, algunos nuevos estaban a solas viendo a su alrededor como si todo fuera de un universo diferente y ahí estaba él.
Ese chico que en tan solo 6 meses me mostró lo genial que podían resultar las cosas pero a la vez me mostró lo que realmente es el amor, un juego en el que se gana o pierde y yo en este caso había perdido.

Aaron estacionó el auto en las afueras de la universidad, en el patio principal se encontraban nuestros amigos, aunque mi hermano fuera dos años mayor nos relacionabamos con el mismo tipo de personas, gracias a eso era la persona que era.

- Pero miren quienes están aquí, los famosos hermanos Heaton.- dijo Chad sonriente, era un chico muy apuesto, alto y de tez morena, sus hermosos ojos verdes eran lo que más destacaba de él.
Aaron y yo soltamos una carcajada, junto a Chad estaba Max, mi mejor amigo, desde mis 9 años Max y yo eramos inseparables, me apoyo en mis momentos mas difíciles. Era un chico genial, con un gran sentido del humor y su gran físico y cara bonita era lo que toda chica de la universidad quería como novio.
Enfrente de Max se encontraba Antonella, mi mejor amiga, mi hermana. Apenas me di cuenta de su presencia me tire encima y la estruje.

-Te extrañe tanto cerda.- le dije mientras veía que sus mejillas se volvían rojas y se inflaba como un globo por la falta de aire ante mi abrazo.

-Yo también puerca pero en estos momentos te estoy odiando, arruinas mi ropa.- rió a carcajadas.

Antonella era sencillamente hermosa, su pelo rubio y su ojos marrones simplemente te dejaban atónito y no solo eso sus curvas daban de que hablar. Para mala suerte de los chicos de la universidad mi mejor amiga estaba perdidamente enamorada que nada mas ni nada menos que de mi hermano. Se puede decir que nuestra amistad empezó gracias a Aaron.
Estábamos en la escuela teníamos unos 6 años y Antonella se me acerco solo para preguntarme quien era ese niño con el que me frecuentaba ver.

Después de unos 5 minutos poniéndonos al tanto, el timbre sonó.

-Nos vemos luego pequeñas.- Se despidió Max. Él, Chad y Aaron tenían clase juntos.

Antonella y yo nos despedimos saludando con la mano, nos adentramos como pudimos en la universidad, este año estaba repleto. Iba a ser un infierno.

Fui a mi casillero y saque lo necesario para mi primer clase Matemáticas II. Nos dirigimos al salón, nos sentamos en la parte de atrás. Nadie quiere estar al frente con el señor Smith al lado, su mal aliento y sus repentinos estornudos eran lo peor que te podía pasar, era realmente repugnante.
Claro que todo no podía estar resultando tan bien, entró Taylor con su séquito de prostitutas de primera.¿Que necesidad de andar con ropa tan minúscula y exageración de maquillaje? No lo entendía, debe ser falta de autoestima, pobre chica.

-Es sorprendente lo que un tinte de cabello puede hacer.- Antonella miraba a Taylor de arriba a abajo.

-¿De que mierda estas hablando?.- dije levantando mis cejas.

-Es que pobresita mirala, a la pobre se le quemaron las neuronas cuando se tiño de ese rubio oxigenado.- Simplemente estalle en risas, ocasionando que Taylor nos mirara con el ceño fruncido, Antonella se me unió haciendo que Taylor se fuera indignada a su banco.

El profesor Smith entro al salón, pero no venía solo. A su lado estaba un chico con capucha, alto y podía ver que su pelo era castaño pero no podía ver su cara.

-Buenos días clase, para los que no me conocen soy el profesor Bruce Smith y soy el profesor de Matemáticas II.

El chico de capucha mientras nuestro profesor hablaba se sentó a unos dos asientos adelante del mio que compartía con mi mejor amiga.
Quería ver su cara, su espalda era ancha, se podía saber que tenia un buen físico.

La clase transcurrió tranquila, sonó el timbre avisando que era la hora del almuerzo, recogí mis cosas y me dirigí a la cafetería.Al entrar me senté en la mesa en donde estaban mis amigos, se unió la novia de mi hermano-Annie- a la mesa.

-Soy el único que se da cuenta o ¿no vieron a los chicos de la mesa del fondo?.- dijo Max mirando hacia dicha mesa.
Todos nos volteamos a ver confundidos.

-¿Quienes son?-. Pregunté curiosa

-Son los hermanos Paltrow, vinieron de Oregon.- dijo Chad dándole una mordida a su hamburguesa.
Desvíe mi vista hacia la mesa de los hermanos Paltrow, mantuve mi vista fija cuando de repente uno de ellos se me queda mirando, me sorprendí, era el chico de mi clase, el chico de la capucha.
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Bueno antes que nada me presentó, soy Sofia, tengo 17 años. Esta es mi primer novela así que gracias por leer!!