15 de Febrero

4 1 0
                                    


Escribir me salva.

Me aferro a las palabras como quien se sujeta al borde de un abismo, como quien teme que, si deja de escribir, el dolor lo arrastre por completo. Escribo para no seguir rompiéndome por dentro, para que el dolor no me consuma y para que mi mente deje de pensarte.

Porque sigues aquí. No importa cuánto tiempo pase, cuántas veces repita que debo soltarte, sigues siendo la sombra que me acompaña en cada pensamiento, en cada noche donde mi almohada aún guarda el peso de tu ausencia. Mis noches son extensas, cargadas de insomnio y acompañadas de nostalgia. Sigues apareciendo en cada sueño que tengo, como si el universo conspirara en mi contra para mantenerte vivo en mi mente, para recordarme que hubo un tiempo en el que eras real, en el que tu voz no era un eco lejano y tu presencia en mi vida no era solo un fantasma en mi memoria.

Quiero olvidarte, pero no es tan fácil cuando la mente se niega a olvidar y el corazón se niega a soltar lo que ya nos ha soltado. Cuando aún me sorprendo esperando un mensaje que nunca llegará, cuando el aire aún lleva tu nombre en susurros silenciosos, cuando cada esquina de mi vida tiene un rastro de lo que fuimos.

Tal vez siga escribiendo para terminar un libro, para dejar arrastrado en sus páginas todo lo que fuimos y lo que no seremos. Para recordar que esos ojos celestes ya no me van a mirar, que esos brazos no me van a abrazar y que el regalo que te iba a dar jamás será entregado en tus manos. Siento que en cada página dejo nuestra historia tatuada en tinta, dejó huella de que lo nuestro fue real, de que tus palabras me hicieron revivir y de que amaba lo que yo era estando contigo.

Escribir es lo único que me queda. Lo único que me impide caer por completo en este vacío que dejaste. Porque si dejo de escribir, sé que el dolor me consumirá. Y entonces, lo único que quedará de nosotros será un montón de palabras esparcidas en un libro, testigo de que existimos y de que, aunque el amor no nos alcanzó, fuimos algo. Y eso, por más efímero que haya sido, también merece ser contado.

Poesía Entre Las GrietasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora