Fin de semana (II)

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Cuando los dos terminan de leer la carta me dicen que les acompañe, me llevan hacia una puerta en la que está decorada al más puro estilo Charlotte. Me empiezo a encontrar mal, no estoy preparada para entrar o ver la habitación.
-No... no puedo... no estoy preparada...
-Si puedes.
Entro, todo está como ella lo dejó, hasta está la sangre en su escritorio y el ordenador encendido con el Skype abierto por nuestra conversación, aún están los collages nuestros pegados en las paredes, el diario escondido dónde sólo yo sé, aunque no puedo buscarlo pero lo veo. Todo está igual. Lo único que falta es ella...
Me derrumbo. Era tan perfecta... y se fue... por mi culpa... no puedo vivir así...
La madre me abraza y el padre me mira con confusión.
-Nosotros no hemos tenido el valor de entrar aquí desde que pasó lo que pasó-dice ella- tenemos que retirar las cosas y salir adelante... queremos que tú tengas sus cosas, o al menos lo que quieras tener. Puedes coger todo lo que quieras de la habitación y quedartelo, ahora te traemos cajas y te dejamos tranquila...
Espero a que me traigan cajas y empiezo a meter con cuidado lo que me gustaría quedarme. Los collages, el diario, sus cuchillas, unos de sus libros favoritos que me recomendó y nunca me atreví a leer, las pulseras que usaba para esconder sus cortes, un bote que pone 'lágrimas de dolor' que era donde ella guardaba algunas de sus lágrimas y yo hice lo mismo, su llavero que hicimos para que encajaran como si fuera un corazón, el bolígrafo con el que escribió las notas de suicidio, un álbum de fotos de ella, peluches y cojines que abrazaba cuando estaba mal... ese tipo de cosas...
Salí de su cuarto llorando a mares, sus padres me tendieron una carta de ellos hacia mí, me dieron las gracias y cuando me iba a ir les pregunté que dónde estaba enterrada, me dieron la dirección, me despedí y me fui.
Entré al coche y dejé la caja en el maletero, le pedí a mis padres pasar por una floristería y luego al cementerio y aceptaron.
Cuando llegue me aproximé a su tumba, dejé las flores y me puse a hablar como si ella estuviese allí.
Volví al coche y nos fuimos de turismo por la ciudad. Nos hicimos bastantes fotos y fuimos a la playa y me obligaron a ponerme el bikini que me habían traído.
Cuando me lo puse se quedaron aterrados por la cantidad de cicatrices que tenía en el cuerpo pero no dijeron nada al respecto. Hacía tanto tiempo que no iba a la playa... después de todo fuimos a cenar a un restaurante y me obligaron a comer, obviamente. Al terminar nos fuimos al hotel a dormir.

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