Capítulo 10.

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Real'nost'.

Real'nost'

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Damien.

Dicen que los niños y los borrachos son las personas más honestas. Toda la vida escuche que los borrachos siempre dicen la verdad, y no hay mayor mentira que esa. No hay cosa que saque más la verdad que el veneno que cubre cada una de las balas que usa la gente encargada de mi seguridad y que se ganó la confianza de tenerlas.

La mujer frente a mi tiembla presa del miedo mientras que su cuerpo brilla por las gotas de sudor que lo empapan.

Abre los ojos ahora oscuros por las lentillas y el miedo baila en ellos.

Se sienta en la cama y no me permite tocarla. En cuanto se voltea viéndome, las lágrimas se deslizan por sus mejillas, tan lentas como gruesas.

—Debes sentarte o te vas a...

—¡No me toques! —Grita y aparta mi mano como si quemara.

Se pone de pie y un quejido sale de su boca, imagino que por el dolor del disparo. No entiendo que carajos debe estar alucinando que sea tan fuerte como para que observe la habitación como si las paredes la estuvieran acorralando.

Me levanto tratando de acercarme y retrocede tomando una de las botellas del minibar que me lanza y se vuelve trizas cuando choca con la pared.

—¡No te atrevas a dar un maldito paso más! ¡Dile a esa perra rusa que pagará por esto! —Grita, confundiéndome más—. Y se hace llamar mi hermana, maldita traicionera.

¿De qué mierdas está hablando?

¿Rusa? ¿No era norteamericana? Sabía que esta maldita serpiente escondía algo y usaré este momento a mi favor. Mas le vale que mis sospechas no sean ciertas o su tiempo de vida será más reducido de lo que ya es.

—¿A quién quieres que le diga qué?

—No te hagas el inútil que tu estas de su lado.

Levanta la cabeza viéndome a los ojos. Los suyos están rojos a más no poder al igual que su rostro y ni mencionar las lágrimas que lo empapan.

De reojo miro mi reloj. Le quedan ocho minutos antes de que muera y usaré cada jodido segundo de este tiempo.

—April, ¿qué quieres que le diga a la rusa?

—¿April? ¿Quién carajos es April?

Me estoy hartando de este maldito juego.

Sin importarme si me lanzan el bar entero, avanzo hasta ella y los gritos que salen de su garganta parecen querer rasgarle la voz.

—¡Suéltame! ¡Otra vez no!

La tomo de la cintura y patalea logrando liberarse, joder, es fuerte. Intenta salir de la habitación y la tomo del brazo atrayéndola hacia mí.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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