¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has estado trabajando muchos turnos de noche estos últimos meses.
No todos los días, pero son los mismos días. Al menos, un horario ordenado. Y, en general, no te importa. En algún momento, la hora cambia y solo los callados entran a la biblioteca. Los que saben exactamente a qué secciones van. Los que no necesitan tu ayuda. Los que solo necesitas hablar para avisarles que faltan 10 minutos para el cierre. Pero últimamente...
Te ha estado trayendo flores al final de tu turno todos los días. Como un reloj. Nunca se equivoca. Nunca llega tarde. Como un reloj.
—Oh, um... G-gracias, coronel Mustang— murmuras como siempre. Tus ojos están bajos como siempre mientras los aceptas. Tus dedos se extienden tímidamente, a pesar de la sensación de familiaridad que ahora irradia. Por un momento, la punta de tus dedos roza la de él, y aún así estás temblando y dejando escapar un pequeño jadeo en lugar de apartar tus manos. La mirada en su rostro te dice que no es intencional, porque el coronel Mustang no ha sido más que un completo caballero contigo desde el principio, pero no te pierdes cómo su sonrisa se vuelve un poco alentadora cuando no huyes de inmediato —. Son... son muy bonitos.
—Soy Roy, cariño. No necesitas usar mi rango conmigo. Y por supuesto— te dice con suavidad, como si te estuviera facilitando el cumplido que sabes que estaba a punto de lanzarte —.Pensé en ti cuando los vi. Me imaginé que los que están en tu cocina podrían estar marchitándose ahora con el frío que está entrando.
Asientes y te suben las mejillas al recordar el momento en el que debiste haberle contado demasiado mientras te acompañaba a tu apartamento. Habías tenido un buen día, estabas emocionada. Pero también estabas empezando a hablar demasiado. A compartir demasiado. A decir cosas que sabes que a la gente no le interesa escuchar. Incluso cómo el clima está haciendo que las margaritas africanas que te trajo hace poco se sequen un poco más rápido de lo previsto.
Debería haberte sentido bien. Debería haberte sentido increíble. Que te escuchen. Que alguien recuerde un detalle que se te escapó una semana antes. Sí, sí, realmente sí. Pero...
Tienes miedo.
Simplemente lo tienes. Y ninguna cantidad de flores y caminatas a casa cambiará eso. No para ti, al menos. Incluso si lo deseas desesperadamente. Lo deseas. Pero tienes miedo. Simplemente... demasiado miedo.
