Con: Kokonoi Hajime, Ken Ryuguji (Draken), Rindou Haitani, Atsushi Sendo (Akkun)
Sinopsis: No necesitan que los defiendas, pero les encanta cuando te vuelves luchadora.
𝗧𝘂𝗺𝗯𝗹𝗿: @atarathegreat
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Para ti era una locura el grado de falta de respeto que 𝗞𝗼𝗸𝗼𝗻𝗼𝗶 toleraría mientras estuvieras cerca. Todos eran conscientes de lo despiadado que podía ser el hombre, pero también eran conscientes de cómo lo ocultaba cuando estabas cerca y se aprovechaban de ello. Perdiste la cuenta de cuántas personas vinieron con quejas aleatorias sobre lo que Koko había hecho la semana anterior.
Perdiste la cuenta, claro, pero no tu temperamento.
Otra pobre alma entró, con la ira evidente en su rostro. Kokonoi no estaba menos enojado que tú, pero no le gustaba explotar cuando estabas con él. Por supuesto, lo sabías. Lo habías visto estrangular a un hombre para obtener información. Pusiste los ojos en blanco pensando en ello: ¿cómo pudo estrangular a un hombre frente a ti sin dudarlo pero no quería enojarse?
"No." Miraste el elegante traje y la corbata mientras se sentaba en la silla frente al escritorio donde estaba Koko. "No digas una palabra si es negativa". tu voz era oscura, pesada, casi peligrosa, "Da tu informe y vete".
El hombre te miró fijamente mientras te apoyabas en la silla de Kokonoi, "Si hay problemas entonces el jefe necesita saberlo".
Koko estaría mintiendo si dijera que no le impresionó la forma en que te inclinaste sobre su escritorio, agarrando al hombre por la corbata y tirándolo hacia adelante. Sabía que tenías mal carácter, pero esto... esto era diferente. Esto le hizo desear estar en el lado receptor de tu mirada asesina. "Dilo entonces." Tus palabras hicieron que un escalofrío recorriera la espalda de Koko, "Cuéntame tu queja".
Y por primera vez, Koko vio a uno de sus hombres sin palabras. Le estabas asustando muchísimo, incluso más que cualquier arma.
"No, señora, está bien..." Su subordinado gimió. Koko nunca había oído gemir a ninguno de sus hombres. Pero ahí estaba, el miedo en sus ojos y un gemido muy patético que salió mientras hablaba.
Sonreíste, y tu sonrisa podría haber hecho que el mismísimo diablo se arrodillara aterrorizado, "Entonces da tu informe y vete".
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.