Capítulo 2

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SOLE:
¡Por fin! Ya empezó la clase de italiano. Hasta ahora es la materia más fácil y la que mas me gusta, después de lengua, obvio. Amo escribir, siempre y cuando sea sobre algo que a mi me llame la atención.
Me senté otra vez al lado de Lila y antes de que empezara a hablar Liliana, la profesora, me puse a charlar con mi única amiga confiable hasta ahora. Mientras hablábamos, yo miraba a Franco por el rabillo del ojo. Dios no puede ser que me parezca lindo ese pibe idiota. Lo único que sabe hacer es tratar mal a los que no están "a su altura".
Liliana empezó a decir que hagamos silencio, en italiano por supuesto, y fueron unos pocos los que entendieron y obedecieron, creo que se podían contar con los dedos de la mano y sobraban.
La profesora ya habia empezado a explicar un tema y tuvo que detenerse porque habia llegado tarde un alumno.
Era un chico bastante lindo de aspecto intelectual. Era rubio y de ojos verdes esmeralda.
- Scusa sono in ritardo. Non succederà più... (lamento llegar tarde. No volverá a pasar)
- Va bene (está bien.)
El chico, al que todavía no conocía, se sentó a mi derecha y me miró con una hermosa sonrisa.
- Ciao signorina. (Hola señorita)
- Ciao signore. Si può parlare in spagnolo? (Hola señor. Puede hablar en español?)
- Claro- respondió riendo-. ¿Cómo te llamas?
- Soledad ¿y vos?
- Diego. Un gusto.- dijo dándome la mano.
- Igualmente. ¿Sos nuevo, no? Porque nunca te habia visto por acá.
- Sí, empecé este año. ¿Vos hace mucho que estás?
- Puff... desde el jardín de infantes.
Si era por Diego seguíamos hablando hasta el recreo, pero Liliana empezó a explicar un tema que yo todavía no sabía y dejamos de hablar para poder escuchar, pero sin embargo no pude dejar de pensar en cómo le agrado a ese chico, o sea, yo nunca le caí bien a nadie porque me gusta leer y escribir, pero parece que él y Lila son las excepciones, y ojalá sigan siéndolo...

FRANCO:
Para mi la clase está siendo una tortura. La odio. Odio los idiomas. Odio todo lo que tenga que ver con el colegio. Para mi suerte solo faltaban cinco minutos para que termine la clase.
- ¡Ey Franco! ¿Conocés a ese pibe? El nuevo. Es tan raro como Soledad.
- Ya dije que no es rara, el chico ese tampoco me parece raro. Son diferentes. Les gusta comer libros- dije levantándome y yéndome de mi banco para ir al patio-. No jodas más con ella.
Gaby me siguió y fuimos con el resto del grupo a nuestro escondite.
- ¡Franco! Vení, sentate al lado mío- esa era Stefanía, también era parte del grupo. Yo le gustaba mucho-. Vamos a jugar al juego de la botella.
¿Por qué justo ese juego? ¡Es para los más chicos de la secundaria! ¡No me jodan! ¡Ya tenemos diecisiete años!
- ¿Por qué tiene que ser ese juego? ¿no podemos sentarnos a hablar?
- ¡Qué aburrido que estas hoy, eh!- gritó Juan- Dejá de quejarte y jugá.
¡¿Por qué mierda tengo que jugar obligado?!
- Dale Francho, jugá, ¿por mí?- dijo Stefanía.
El puto puchero de ella me puede así que me senté y esperé a que todos se acomoden para jugar.

SOLE:
Terminó la clase y fui con Diego a recorrer toda la escuela. Él me caía bien, demasiado para ser verdad.
- ¿Qué querés que te enseñe primero?
- Lo mejor sería el baño, porque no sé dónde queda y tengo que ir.
Solté una risa y lo dirigí hacia el baño. Luego de unos minutos volvió a mi lado y seguimos caminando.
- ¿Qué hay ahí adentro?- me preguntó señalado una puerta por la cual nunca había pasado.
- La verdad es que no sé. Nunca entré ahí, tampoco sabía que estaba ahí. Si queres podemos entrar... - tengo que admitir que me causa una gran curiosidad saber lo que hay ahí dentro.
- Vamos.- dijo empujando la puerta mientras me agarraba de la mano.
Ese lugar estaba todo oscuro, no se veía nada. Tanteé el suelo con el pié para ver que había y encontré una escalera. Eso era un sótano.
- Diego, cuidado ahí que hay una escalera.
- Bajemos.
Yo no estaba segura sobre esto. A lo mejor tenían muchas cosas importantes guardadas y nos metíamos en una cagada y me bajaban la nota. Yo no quería eso.
- ¿Seguro que queres bajar?
- Completamente seguro.- me agarró todavía más fuerte y empezamos a bajar despacio y con cuidado hasta que llegamos al primer escalón y le dije que se detuviera.
- Dieguito, ¿vos también escuchas esas voces?
- Sí...- dijo tratando de ver quienes eran los que hablaban.
- ¡¡Uyy llegó el nuevo!! ¡Vení!- se escuchó. Diego hizo caso y fue pata donde estaban los otros, pero no me dejó ahi, tuve que ir también.
- Pero miren nada más... ¡pero si son los raros!- dijo Stefanía. Yo la conocía desde que tengo memoria. Nuestras madres son muy amigas, pero nosotras lo contrario.
- ¡¿Qué hacen ustedes acá?! ¡¿Quién les dijo?!- y ahí estaba Franco, como siempre con su famosa actitud.
- Nadie nos dijo nada. Quisimos entrar a ver que había, nada más...
- Arruinaron todo pero mal... la metida de pata más grande del mundo.- dijo el idiota enojado.- Fuera de acá.
- ¿Qué están haciendo?- se nota que mi nuevo amigo es nuevo. Nunca tiene que hacer enojar a Franco.
- ¿Qué pensas que estoy haciendo? Te estoy echando. FUERA.
- Estamos jugando al juego de la botella. ¿Quieren jugar?
Por un momento dudé, pero después pensé: Sole, tenés que aprovechar este momento. Son los POPULARES . Sólo se tiene una oportunidad asi en la vida. Pero además de eso pensé en lo que me había dicho Lila. En resumen, pensé demasiado y me decidí a hacerlo.
Me senté entre Gabriel y Diego.
Comenzó el juego.

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