Es el final. (Parte 1)

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Isaac me me miraba con una expresión de desconcierto. Tome la lámpara que estaba en el buró junto a mi y le di un golpe. Isaac calló al suelo totalmente inconsciente. Este el es final Isaac, tanto para ti como para mi.

Me levanto y jalo una silla que esta en mi recámara. Con todas mis fuerzas levanto un poco a Isaac y lo pongo sobre la silla. La lámpara le ha abierto una herida en la frente.

Le amarro las manos por la espalda con el cinturón de mi bata y corro a la cosina a buscar un cuchillo, una cuerda y cinta adhesiva.

Regreso y la ato los pies. Le cubro la boca con cinta y entonces busco algo, algún objeto que pueda contener agua, bajo mi cama encuentro un vaso, entro al baño y lo lleno de agua.

Regreso y observo a Isaac, sentado, aun inconsciente.

---Estupido---digo sabiendo que el no me escucha--- si me hubieras creído, ahora no estaríamos así.

Y vacío el agua sobre su cabeza, despierta de un saldo y me mira horrorizado. Empieza a forsejear cuando nota que no puede moverse y tampoco hablar.

---Vamos a jugar---le digo y el solo me mira.

Le quito de golpe la cinta y el da un grito por el dolor.

---¿Por qué haces esto Vannesa?

---¿Por qué? Por que me dejaste y sin creerme, creyendo que estaba loca, creyendo que te mentía, pero ve ahora, todo era real, y me he convertido en esto, y voy a morir, claro, pero te iras conmigo al infierno por no haber estado aquí.

---Perdóname por no creerte porfavor---dice llorando.

---Es tarde Isaac.

Entonces me coloco tras de el y con la navaja empiezo a cortarle los brazos mientras el grita del dolor. Lo ignoro por completo y sigo. Hasta formar la palabra Vannesa en su brazo.

Cuando termine me posicioné frente a él, tenía lágrimas en la cara por el dorlo.

---Joder Isaac, no seas un marica, me he hecho cosas peores ¿lo olvidas?

Tome el desodorante en aerosol, lo abrí y le dije:

---Quisiste no irte, quisiste ya no verme, bien, pues ahora de verdad no vas a verme.

Y rocié sobre sus ojos el desodorante hasta el contenido de este se acabó, y aun que cerro los ojos, cada vez que intentaba abrirlos, el líquido entraba y quemaba sus globos oculares haciendo que gritara.

Sabía que estaba actuando como una loca, pero lo ignoraba por completo, quería que el sufriera como había sufrido yo.

---¡Basta Vannesa, detente porfavor!--- me suplicó.

---¡Calla! ¡calla maldita sea!--- y en un impulso, clave el cuchillo en su pecho una y otra y otra vez, conte hasta 20 y me detuve.
El ya no respiraba. Obviamente. Y yo... por primera vez en dos semanas, me sentía dichosa, orgullosa de mi trabajo. Entre al baño y me observe frente al espejo, me sonreí maliciosamente y pense: "Ahora es mi turno, ahora es mi fin".

Tú, eres la siguiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora