Cap. 22

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Maraton 1/3

Julieta me sugirió que entráramos a casa y no muy convencida lo hice ya que ella prácticamente me arrastró al interior, pero yo estaba sumamente nerviosa por lo que pudiera pasar entre ellos si se quedaban solos. Ella encendió el televisor y empezó a cambiar de canal en canal hasta que encontró algo que le llamó la atención, era un partido de hockey sobre hielo y gritó emocionada porque su equipo favorito estaba jugando. Más tarde entraron Ross y Brandon y éste también se entusiasmó porque era gran aficionado de ese deporte, así que se sentó al lado de Julieta en el sillón.

– ¿A caso te gusta el hockey? – preguntó sorprendido.
– Uy sí, desde niña, mi papá lo jugaba, aunque nunca estuvo en un equipo profesional.
– ¿Y a qué equipo le vas?
– A Chicago Blackhawks.
– ¿Bromeas?, yo también.
– Chócalas amigo – exclamó entusiasmada y le extendió la mano que Brandon se la chocó – ojala que ganen, acaba de empezar el partido.
– Julieta, ya habíamos quedado en ir al supermercado – dijo Ross serio.
– Pero baby, sabes que cuando los Balckhawks juegan el mundo desaparece para mí, vamos cuando termine, ¿sí?
– Y tú sabes que a mí eso me aburre.
– A Laura también – intervino Brandon.
– Entonces ustedes, par de aburridos, vayan a hacer las compras mientras mi amigo Brandon y yo vemos el partido.
– Sí, es buena idea y de paso traen unas cervezas – agregó Brandon.

Ross me miró y entró a la cocina por las llaves del coche, que había dejado ahí cuando se las entrego Brandon. Yo no estaba muy segura de ir, lo que menos quería era que empezara con reproches otra vez, pero al ver que Julieta y Brandon estaban ensimismados viendo el televisor y yo no encontrar otra cosa que hacer, decidí acompañar a Ross , al fin que iríamos a un lugar lleno de gente.

Caminé hacia el coche y Ross me abrió la puerta para que subiera, él se dio la vuelta y entró también, sin decir nada, lo puso en marcha y la radio empezó a sonar .


– Perdóname, no debí tratarte así en la mañana – empezó a decir mientras la canción seguía sonando – pero, me enferma la idea de pensar que él te toque, sé que es tu novio y que yo sólo soy un extraño en tu vida, que ni siquiera nos conocemos bien – guardó silencio mientras le tocaba un semáforo en rojo – sólo no puedo procesar esa idea, lamento mucho haber perdido los estribos Laura, por favor, perdóname.
– No me gusta que me trates como un objeto, sé que nuestra... lo que sea que tengamos, empezó de forma extraña, pero eso no te da derecho a que me trates así.
– Lo sé, estoy muy arrepentido.
– Y después, ¿qué fue todo ese despliegue de hombría en el ping pong?
– Una forma muy infantil de... demostrar quién es el mejor.
– Eso no se demuestra así Ross, no necesito un súper macho a mi lado.
– ¿Me perdonas? – preguntó con cara de arrepentimiento.
– Lo voy a pensar y ahora sí es en serio.
– ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
– Comportarte como el adulto que eres y pensar con la cabeza y no con el hígado.
– Lo intentaré.
– Cuando lo hagas, entonces hablamos – dije firme y miré por fuera de la ventanilla.

Llegamos al supermercado y él se bajo a abrirme la puerta, me tendió su mano para que me apoyara, no pude negarme a su gesto y cuando salí del coche quedamos cerca mirándonos, pero yo desvié la vista y comencé a caminar sin esperar a que cerrara la puerta del coche. Después él me alcanzó y entramos al lugar. Tomó una canastilla y me guió por uno de los pasillos.

– ¿Qué venimos a comprar? – pregunté caminando a su lado.
– Todo lo necesario para la cena, ya mañana nos vamos, así que hoy haremos un festín.
– ¿Y cuál será el menú?
– Pasta y ensalada, sin faltar un buen vino.
– Pero, falta el postre.
– Cierto, ese te toca a ti.
– ¿Te gusta el flan napolitano?
– ¿Sabes prepararlo?
– Por supuesto, soy una gran cocinera.
– Eso quiero verlo, habrá flan entonces.

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