Cap.23

700 40 6
                                    

Maraton 2/3

– Por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo muy temprano a Londres voy a ver un nuevo hotel y regresaré días antes de la boda de Jazzy – me pidió parándose frente a mí con cara de gorrión herido.

– Pero Ross, ¿cómo me pides eso?, ¿qué quieres que le diga a Brandon?
– No sé, ármale una discursion y le dices que te dormirás en la otra habitacion, por favor – suplicó no sólo con palabras sino también son su mirada.
– No sé Ross ... me pones en un apuro.
– No es mayor al que tú me pones, Laura, no vamos a vernos como en mes y medio, regálame esta noche, por favor – insistió tomando la punta de mis dedos.
– Mira, hagamos esto, subiré y cuando esté dormido me escapo, Brandon tiene el sueño muy pesado y seguro no se dará cuenta.
– Está bien – aceptó con una gran sonrisa mientras acariciaba mis dedos.
– Chicos me voy a dormir – anunció Julieta entrando a la cocina y separamos abruptamente las manos mientras la mirábamos asustados.
– Hasta mañana niña, que tengas dulces sueños – dijo Ross cariñosamente y yo lo miré seria y salí de la cocina después de despedirme de ella.

Brandon estaba sentado en el sillón cambiando de canal en canal. Julieta pasó, se despidió de él y subió. Ross salió de la cocina y se sentó en el otro sillón sin decir nada. Minutos después Brandon se levantó y le dio el mando de la television.

– Ya es tarde, vámonos a dormir, cariño – exclamó mirandome.

Ross me dio una mirada suplicante que Brandon no percibió porque estaba dándole la espalda y entonces recordé las misteriosas llamadas telefónicas.

– No tengo sueño, además, hay que lavar los platos, no sé pueden quedar sucios y no quiero andar con prisas mañana.
– Está bien, pero no tardes – se inclinó para darme un beso, pero agaché la cabeza y terminó por dármelo en la frente.
– Ross, ¿tú no vas a dormirte ya?
– Sí, pero primero tengo que sacar unas cosas del coche para entregarlo mañana.
– Bueno, hasta mañana – se despidió y subió las escaleras.

Ross se quedó sentado ahí y cuando se escuchó que Brandon cerró la puerta de la habitación, me sonrió y se acercó a mí.

– Gracias señorita limpieza – exclamó en tono de burla.
– Muy gracioso, acompáñame a la cocina, anda.

Me tomó de la cara y me plantó un beso en los labios, yo le recriminé con la mirada, él me tomó de la mano y entramos a la cocina. Me puse el delantal y comencé a lavar los platos mientras él se recargaba en el mueble, a mi lado.

– Cuéntame de ti – dijo metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón.
– ¿Qué quieres saber?
– Lo que quieras contarme..
– Está bien, pero... – tomé un fuerte suspiro, era una duda que tenía desde el primer día que lo conocí y que después de este fin de semana se había incrementado – ¿tú podrías primero contestarme una pregunta?
– Claro, pregúntame lo que quieras, las reglas ya no existen – me guiñó el ojo.
– ¿Por qué un chico como tú tiene un... pasatiempo tan... peculiar?
– ¿A qué te refieres? – exclamó extrañado.
– A la forma en que nos conocimos – dije mirando el plato que lavaba para evitar mirarlo – ¿por qué lo haces?, si no es por dinero, que obvio no te falta, entiendo lo del placer, pero, ¿no sería más fácil conseguirse una novia o ligarse a alguien en un bar?, ¿por qué así?, ¿por qué esas reglas?
– Es complicado Laura– suspiró – así como a ti, un amigo mío de la universidad me dio el teléfono de una chica y me explicó de que se trataba el asunto – miró al suelo un tanto avergonzado, creo que era la primera vez que hablaba de eso con alguien – me dijo que era un tipo de sociedad secreta, de cierto nivel económico, quizá para salir de la rutina o cumplir fantasías que no harían con su pareja, así que un día por curiosidad le llamé a la chica y... bueno, fue emocionante eso de no saber nada de la otra persona y seguí con el juego, a veces yo llamaba y a veces me llamaban – me miró fijamente mientras yo procesaba la información y me dio una rabia pensar que él llamara a alguien – ahora tú dime, ¿quién realmente te dio mi teléfono?, no te ofendas, pero tú no encajas en el prototipo de las chicas que están involucradas.
– Me lo dio una chica en el baño de un bar, no sé cómo se llama y vagamente la recuerdo – ahora fue mi turno de avergonzarme, él soltó una risita y movió la cabeza.
– ¿Y por qué me llamaste?, estarás de acuerdo que fue sumamente arriesgado.
– Lo sé, me imaginé miles de cosas pero – suspiré – el día que te llamé era mi cumpleaños, mi papá vive muy lejos y mi mamá en Los Ángeles y, para variar, Brandon tuvo que trabajar hasta tarde, así que me sentía muy sola, de casualidad encontré la servilleta con tu número y después de vacilar mil veces te llamé.
– Vaya, veo que la cuarta regla fue rota mucho antes que las demás.

Eres Mi Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora