Había pasado toda la noche despierta; derramando lágrima tras lágrima, yo sabía que lo que había pasado no era mi culpa, pero aún así esta desgarradora sensación no desaparecía de mi pecho quemando, torturando cada parte de mi.
Después de escuchar todos sus insultos e improperios decidí que ya era hora de parar con todo esto, decidí no derramar ni una lágrima más. Así que, me dispuse a empezar a sanar cada uno de los pedacitos sangrantes de mi corazón que habían sido impactados por sus balas de indiferencia.
Sabía que no iba a ser fácil, que me costaría volver a unir los pedazos de mi que se habían quebrado y que, probablemente al comenzar a sanar también empezarían a sangrar algunas heridas que habían estado adormecidas. Pero estaba decidida a tomar ese riesgo, y si tendría que romperme de nuevo para sanar por completo entonces valdría la pena, tal ves no sería igual que antes pero al menos podría mantener mis piezas juntas.
