Prisionero

Capítulo II

​Es un misterio el que coincidiéramos varias veces después de ese primer encuentro. Pero no hablo de una ni dos, no, hablo de cinco veces en menos de dos semanas. Y aquí viene la sexta. La veo sentarse en una de las mesas del exterior de la cafetería que hay al final de la calle. Va bien abrigada, lo que me recuerda que estoy pasando un poco de frío llevando solo un chaleco de mangas largas algo demasiado fino. Bah, da igual. Me programo para que mi temperatura corporal sea más alta y listo. Esto de tener un cuerpo tan desarrollado tecnológicamente es un chollo, los humanos son unos idiotas en cuanto a tecnología se refiere.

​​A lo que iba, voy caminando a lo largo de la calle con la cabeza gacha esperando que no me vea, pero la suerte no está hoy de mi parte.

​-Hola, Hinks -saluda sonriente, como siempre.

​-Hola, Juliet -la imito, viéndome obligado a parar mi caminata.

​-¿Otra vez me estabas siguiendo? -pregunta divertida haciendo alusión al habernos encontrado de nuevo.

​-Yo no te sigo, no me gusta hacerlo -contesto serio.

​​No tengo ganas de bromas y mucho menos si son con ellas. Estoy algo irritado porque llevo ya más de mes y medio atrapado aquí y no sé nada de mi planeta. Pensé que intentarían contactar conmigo, recuperarme, pues al parecer era alguien importante allí. Pero a quién quiero engañar, ni siquiera rescatarían a la mismísima comandante Pitty si estuviera ella en mi lugar. La mayoría allí son seres sucios, solo les importa su propio bienestar y les da prácticamente igual lo que les ocurra a los demás. Y me gustaría destacar que, a decir verdad, yo soy uno de ellos y no me arrepiento en absoluto.

​-Lo siento, no te decía eso para que te lo tomaras a mal -se disculpa extrañada por mi inesperado comportamiento. Ve que una respuesta por mi parte no llega, así que prosigue-. ¿Te gustaría sentarte? -pregunta amable señalando la silla a su lado.

​-No puedo, me están esperando -contesto sin variar mi semblante.

​-Vale, ya nos veremos otro día -me despide.

​​Retomo mis pasos y sigo adelante. Y es después de haber recorrido un par de calles cuando entonces recapacito. Esta podría ser mi única oportunidad para hablar con ella y descubrir todo lo que me carcome por dentro. Averiguar por qué me resulta tan familiar. Retrocedo apresurado esperando que aún esté allí, pero me defraudo al ver que se ha marchado, que ya no está ahí.

​​Joder, siempre tengo que estropearlo todo. He perdido mi oportunidad de hablar con ella, a saber cuándo se me presenta otra igual. Aunque, con la racha de encuentro que llevamos, no creo que tardemos mucho en coincidir de nuevo. Quizás aún esté a tiempo de atraparla. ¿Dónde puede haber ido? Ni idea. ¿Y si está en su casa?

​​Camino tranquilamente hasta el edificio donde habita, dispuesto a verla. Llego y me aseguro de que no hay nadie cerca. Llamo al telefonillo y me aparto de la cámara que este posee, pues no quiero ser visto por ella, y mucho menos ser visto viniendo a buscarla a su casa. Pasan unos minutos y nadie contesta. Llamo de nuevo. Siguen sin recibirme. Pues no estará.

​Me siento en el escalón que hay en la puerta y, sin darme cuenta, paso allí un largo rato. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Esperando a que venga? ¿Y qué se supone que le diré cuando la vea?: "Hola, he venido a buscarte porque quería hablar contigo, pues porque resulta que no sé de qué mierda me suena tanto tu cara y quiero gritarte porque no aguanto pasar ni un minuto más en este asqueroso planeta". Sí, estaría bien que le avisara sobre lo que seguramente haría. Me levanto enfadado y doy una patada a una lata con furia.

​-Jodido planeta, jodida Juliet, jodida nave y jodidos compañeros que me dejaron aquí tirado -susurro entre dientes para mí mismo.

​​Llego a mi casa cansado y me meto directamente en la cama deseando que este día se acabe ya. Mi vida, en este momento, es una gran hez fecal.