Tienes un don.

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Cuando regreso a la sala, veo a Mel dormida a lo largo de 4 regazos, son los chicos de la banda de Lalo.

-Tu amiga sabe dar una fiesta de media hora-dice uno de ellos.

Arqueo la ceja y camino hacia ellos. Mel duerme plácidamente, es obvio que está noqueada por el alcohol, el cansancio y la emoción. A mi lado, puedo jurar que Lalo babea por mi prima.

-Ella no va a despertar ni porque haya una explosión-murmuro.

-Pues... si no te molesta... creo que puedo cargarla hasta tu auto-

Miro a ese enorme chico con pinta de rebelde y no encuentro la lógica de la relación entre su apariencia y el rubor que lucha por colorear su cara. Sigo y seguiré diciendo ¡Jodidas apariencias!. Al final, terminan acompañándonos hasta el departamento de Mel, Lalo se va en la parte de atrás cuidando el profundo sueño de mi loca prima, quien encuentra un cómodo lugar para dormir en el regazo del músico. Yo conduzco y en el asiento del copiloto viene el chico trajeado, el representante de la banda.

Miro la escena por el retrovisor y siento un pequeño respiro de tranquilidad al ver la sonrisa en los labios de Mel, su cuerpo está sentado en el regazo del guitarrista y la cabeza descansa en el hombro ancho.

-¿Disfrutaron el concierto?- suelta de pronto el chico trajeado.

Brevemente, dejo de mirar al frente y volteo hacia él para dedicarle una sonrisa y asentir.

-Es bueno saberlo. Tu amiga y tú hicieron que dos miembros de esta banda se pusieran a temblar peor que maracas.

Esta vez no puedo despegar mi mirada del frente y sólo atino a responder con un "¿De verdad?" que suena a sarcasmo.

-Bueno... de Lalo creo que es obvio- ríe.
-Sí. No puede ocultarse- río también - Por cierto, no me has dicho cómo te llamas.
-Uriel.

Un "alto" en el semáforo me permite darle la mano al chico trajeado.

-Mucho gusto-

Ríe.

-El gusto es mío, Nao.

El de semáforo vuelve a ponerse en verde y no cruzo otra palabra con Uriel hasta que llegamos al departamento. Lalo carga a Mel con mucha facilidad, ella parece ser muy ligera para sus brazos. Entramos y lo guío a la habitación, deposita a mi prima en la cama pero no puede levantarse porque ella le rodea el cuello con los brazos.

-Creo que no quiere dejarme ir.

¡Piensa, Nao!... Lo tengo.

-Dale un beso esquimal-

Lalo voltea a verme inmediatamente, como si mis labios acabaran de pronunciar la peor de las blasfemias.

-Pe... pero yo... no pu-puedo hacer...eso - tartamudea.
-Entonces no te va a soltar.
-Nao ¿No puedes ayudarme?
-Créeme. Estoy ayudándote, y mucho.

Lalo mira a Mel, dudoso, ésta está más cuajada que una gelatina. El chico respira profundo y suelta el aire, después, roza la punta de su nariz con la de ella y la mueve suavemente de un lado a otro hasta que Mel amplía su sonrisa y lo suelta, luego se acurruca en una almohada.

-Salgamos de aquí, grandote- murmuro.

Lalo cierra la puerta tras de sí y sonríe.

-Gracias, Nao. ¿Cómo fue que eso funcionó?

Esbozo una sonrisa y camino hacia la cocina.
Comienzo a preparar café.

-La verdad, no sé. Fue algo que me saqué de la manga.
-Tienes un don, entonces.

Me encojo de hombros. Alguien toca la puerta y le hago una señal a Lalo para que abra.

-Lalo, ya tenemos que irnos- dice Uriel algo apurado.
-¿No quieren un café?

Uriel camina hacia donde estoy.

-Será en otra ocasión, Nao- espeta y besa mi mejilla.

Abrazo a Lalo y los veo acercarse a la puerta, el trajeado la abre pero yo lo detengo llamándolo.

-Uriel, ya no me dijiste quién era el otro chico.

Él esboza una sonrisa extraña, tal vez burlona, y niega con la cabeza antes de salir, Lalo me mira y sonríe de la misma forma.

-Si logro ver a Mel de nuevo, yo te diré quién es.

Y sin más, sale del departamento.


Sunset RollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora