Especial dedicación

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Querida Manhattan:
  Últimamente, miro mucho al cielo, y creo, que los fotógrafos de cielos tienen el trabajo más complicado del mundo. Son intérpretes.
  Últimamente miro el cielo por la mañana, y veo el color naranja que se desvanece a medida que el sol aparece. Veo esos cielos en ti, mi Manhattan, y veo los ojos de mi madre, en vez de ver en sus ojos tu cielo. Y te prometo, que mato al que te compare con los atardeceres de California o de Grecia.
  Creo que los fotógrafos de cielos ven en ellos su reflejo. Pueden verlos tanto serenos como escarchados por las nubes. También pueden verlos tristes o libres y sin preocupaciones. Se dedican a personificar los cielos. También interpretan las noches. Cuando el sol que ciega tus edificios, y la intimidante noche lo apaga, son tus miles de luces las que lo iluminan cual un casino en las Vegas. Y lo interpretan. Ven el miedo y la lujuria. Ven el engaño y la ceguera por amor. Las estrellas son testigos de lo que la luna se dedica a hacer cuando el sol la eclipsa. Los fotógrafos de cielos son los que saben sobre tu fortaleza querida Manhattan. Creo que eres ese primer bocado, y lo bien que viene el agua al sediento. Creo, que tú eres la cura de todo, y lo que nos sacia. Porque busquemos lo que busquemos, mirando los ojos de nuestras madres en tus cielos, mirando con atención veremos lo que queremos que nos digan, veremos lo que queremos que se nos chiven las estrellas, y vemos los sentimientos de cada uno de tus habitantes que los fotógrafos capturan en sus cámaras y corazones.
Una sola foto a tus cielos, Manhattan, es mejor que cualquier obra de Gaudí sobre los paisajes de Barcelona.

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