Capitulo 3. Nos encontramos.

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Ambos estaban sentados en la cama de la habitación de Tsukuyo, Gintoki acababa de salir de la ducha, solo en una toalla alrededor de la cintura y con el cabello aun goteando mantenía la mirada fija en el piso; después de caerse y ser presionado por la rubia, finalmente había accedido a contarle todo... Pero no estaba listo.
Tsukuyo estaba atenta a cualquier sonido proveniente del hombre en toalla sentado a su lado, ¿en qué momento el tipo empezaría a hablar? No lo sabia, no quería presionar, suponía que lo que pidió no era algo fácil para el Samurai, pero estaba impaciente. Su única duda: ¿Estaba preparada para escuchar todo? Tampoco lo sabia.

-Bueno, esto es complicado. No se como empezar, pero lo intentare... Hace mucho tiempo había un niño con pelo plateado, ese niño no tenía un hogar ni una familia mucho menos, pero de algo tenía que sobrevivir ¿ese es nuestro instinto natural o no? Así que asesinaba a los viajeros que pasaban solos por las llanuras cerca de su pueblo natal, todos decían que un demonio era el responsable y...-Gintoki, comenzó a narrar todo lo que había pasado, aunque la rubia solo le había pedido una explicación, probablemente con un simple "hoy es el día en el que rompí con mi primera novia" o alguna tontería sin sentido lograría convencerla, pero lo que le había dicho anteriormente en verdad le había afectado. "¿Yo no puedo saber?" Ja, que mujer ¿eh? Y no es que no pudiera, es que... Él lo odiaba. Él no podía perdonarse nada de lo que había hecho, se sentía culpable y el responsable de todo lo que había pasado, se sentía un monstruo, una bestia o algo peor. "Nadie te juzgara" esa frase seguía resonando en su cabeza. Si. Todos estos años trato de ocultar lo que había pasado aquellos años exactamente por eso. ¿Y sabían que era un demonio, un asesino a sangre fría?¿Volvería a estar... Solo? No quería eso. Ahora que se había puesto en la espalda de nuevo el peso de lo que podía llamar familia a sus espaldas, no quería dejarlo. Ese peso no le incomodaba, amaba ese peso, sentir que siempre hay alguien siguiéndolo. Que no volvería a estar solo sin importar a donde fuera. Se sentía seguro. ¿Porque esa exasperante mujer le hacía sentir tan bien? ¿Porque con solo palabras había logrado sacarle a voluntad lo que había callado por tanto tiempo? ¿Porque él lo había permitido? No tenía idea. Pero algo dentro de él le dijo que era hora de confesar sus pecados, y que Tsukuyo, esa ninja testaruda, esa chica que le había dicho lo que desde hace tiempo necesitaba escuchar y que le había abierto el corazón a escuchar era muy especial, sobretodo para él, y que no pensaba dejar que se alejara.

Tsukuyo escuchaba impactada todo lo que contaba Gintoki, no sabia que decirle o contestarle, ni siquiera sabia que pensar ¿porque nunca hablo de algo como eso? ¿¡Quien se creía para no contarle todo esto?! ¿Todo este tiempo se había guardado para si mismo el dolor? ¡¿Porque?! ¡¿Porque si ella estaba ahí?! Ella estaba ahí... Porque aunque a su orgullo le dolería admitirlo, ese grandísimo idiota le importaba, y le importaba muchísimo, más de lo que se imaginaba, ¿¡porque le importaba tanto!? ¡Demonios!
La chica pensó en todas esas palabras que alguna vez salieron de la boca de Gintoki, siempre pensó que sus discursos y frases conmovedoras las había sacado de unos de sus mangas, pero ahora sabia. Ahora sabia de lo fuerte que había sido cada vez que se dignaba a mostrar una parte no tan estúpida de él. Le dolía el hecho de que había pasado todo sin que nadie se percatara, sin tan solo hubiera sabido... No quería ver a ese hombre solo. Y no lo dejaría solo tampoco.

-Me dieron a elegir, mi maestro o mis amigos. Ese día Shouyou fue asesinado-a Tsukuyo no le gustaba nada hacia donde estaba dirigiendo la anécdota.-Fue asesinado por mi...
-¡Basta!-exclamo Tsukuyo al escuchar la ultima frase.
- Tan rápido y no aguantaste ¿eh? ¿Te parece una historia triste?-miro con decepción a la chica, vio en ella una mirada asustada. Pero él estaba aún más asustado, no quería pensar ni por un momento que Tsukuyo se fuera a alejar de su lado.
- No es eso... Es que, ve tu cara. No me gusta nada cuando haces esa cara.
-¿Que cara? Es mi rostro, no puedo hacer nada, así nací, Tsukki~-Gintoki acerco su rostro a Tsukuyo mientras la veía con una leve sonrisa, noto como esto ponía nerviosa a la rubia, y para ser sinceros, lo estaba disfrutando.
- ¡Hablo de que no me gusta verte triste, idiota!-le respondió Tsukuyo, ya algo nerviosa por tener a ese tipo tan cerca y para rematar sin nada mas que una toalla, ¿porque hasta ahora se daba cuenta?
Gintoki abrió los ojos con sorpresa al ver la reacción de la chica, no sabia porque le había resultado muy ¿lindo?
- Hoy es ese día, ¿o no?-pregunto en murmullos y cabizbaja.
- Parece que adivinaste.
...
- Gracias.-dijo en murmuros la chica.
- ¿Gracias? ¿Porque gracias?-pregunto confundido el samurai.
- Por confiar en mi. Ahora hazme un favor y quita esa cara triste. No me gusta verte... así.-Tsukuyo bajo un poco la cabeza, se daba cuenta del leve sonrojo en sus mejillas y decidió esconderlo, lo que no sabia es que Gintoki también lo había notado.- Todas esas cicatrices... ¿Son de la guerra?-pregunto finalmente la chica para tratar de cambiar un poco el ambiente.
- Si, lo son. ¿Por qué? ¿Te parecen atractivas acaso, eh Tsukki~?-bromeó el peli plata, realmente esperaba algo como un golpe en la cabeza seguido de un "¿¡Acaso quieres que te mate?!" Como ya estaba acostumbrado por parte de Tsukuyo, tal vez la mujer era algo impulsiva, pero había algo en ella que hacia que cualquiera esas cosas valiera la pena. Sin embargo, en lugar de la esperada reacción, en la cara de la joven ninja se mostró un gesto de sorpresa y un notable sonrojo se posó en su rostro. Fue inevitable lo que pasaría después, pues esa reacción había sido lo más adorable que había visto en su vida, ¿Ketsuno Ana? Al diablo, en frente suyo tenía algo mil veces mejor, algo que hacia su corazón sentirse vivo y reconfortado, algo que no lo dejaba sentirse solo. Se acercó rápidamente y la sujetó en un abrazo, la tenía contra el pecho y sentía su respiración, creyó que sería rechazado cuando Tsukuyo se diera cuenta de lo que estaba pasando, pero lejos de eso, esta puso sus brazos alrededor de la espalda del Samurai, apretando aún más el abrazo que compartían.

- Si te gustan las mías, debería decirte que también me gusta la tuya.-dijo Gintoki en susurros en el oído de Tsukuyo.
- ¿Y por que la mía? Es solo símbolo de como admiraba a un desgraciado.-paso por la mente de la ninja una imagen de Jiraiya.
- Me gusta porque es parte de ti... Lo siento por no haber dicho nada, pero... Tal vez tenías razón. Tal vez tenía miedo de que me juzgaran, de que me rechazaran por ser un demonio. Yo no quiero eso.
- Escúchame, tu nunca estarás solo ¿entiendes? No lo permitiré.-dijo Tsukuyo con una sonrisa compasiva y una mirada cálida hacia el peli plata. Seguían abrazados, sus miradas se conectaban y las amigables palabras que se dedicaban entre si, llegaban hasta su subconsciente. Por mera coincidencia sus pensamientos se cruzaron, en ese momento sus cabezas al unísono rompían el espacio entre si. Se acercaban cada vez, hasta que podían sentir la respiración del otro. Dos mili segundos y sucedió. Los labios de Gintoki y Tsukuyo se conectaron por un instante, fue un leve roce entre ambos. Pero no fue suficiente. Se separaron e inmediatamente otro beso comenzó, esta vez Gintoki tomo la barbilla de la bella chica planto el inicio de un beso apasionado, al cual Tsukuyo respondió rápidamente, rodeando el cuello del Samurai con sus brazos intensificando el beso, sus lenguas danzaban al son de la otra y sus respiraciones chocaban entre si, lo disfrutaban hasta el último detalle. Parecía que seria eterno, ninguno estaba dispuesto a terminar, sus mentes estaban difusas, pero sabían muy bien a quien estaban besando. A un deprimido Samurai de pelo plateado con una toalla en la cintura y a una rubia ninja con cicatriz en rostro. ¿Cómo se sentían al respecto? Supiera Dios. Solo sabían que por fin estaban en el lugar correcto. Al final a causas de falta de aire, se separaron, dejando detrás un delgado hilo de saliva.

- Dijiste que me fuera en la mañana. ¿Sigue en pie la invitación?-pregunto Gintoki con una sonrisa burlona a la mujer que estaba acostada a un lado suyo, pues en algún momento entre el beso habían caído recostados en la cama.
- Si, sigue en pie.-dijo Tsukuyo devolviéndole la sonrisa.- Sabes, no tengo ni idea de como aún no se te ha caído esa toalla.
Los dos rieron por un minuto para después volver a mirarse fijamente, evocando en los dos un tierna sonrisa.
- Después de esto... ¿Puedo volver a venir?-pregunto Gintoki interrumpiendo el silencio entre ambos.
- ¿Esto responde a tu pregunta?-Tsukuyo se acercó a su rostro, sujetándolo para después darle un beso que el peli plata correspondió.

Las posibilidades de que el día que el mundo de Gintoki se había roto cual figura de cristal con la muerte de su apreciado maestro, se convirtiera en el día en el que un ángel llegara a su vida eran muy pequeñas... Pero las había.
Dios sabia cuan agradecidos estaban esos dos que estaban en la cama.

Fin.

~¡Gracias por leer a todos! ¡Perdón por la tardanza!~

Posibilidades. (GinTsukki-Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora