El Castillo de tierra

26 4 0
                                    

El primero en entrar por aquella puerta rara, fue tío Marco. La puerta se abrió dejando ver un pasillo iluminado.

Entré.

El corazón se me podría parar de la emoción, pues lo que veía me resulta casi imposible de asimilar. El pasillo era muy elegante, y más porque estaba echo del mismo material que el acantilado; piedra y tierra.

El pasillo era extenso, y estaba aluzado gracias a pequeñas antorchas que lo hacían parecer una caverna de un gran rey escondido de las tinieblas del bosque que protege este hermoso lugar. Podía ver como la piedra hacía su trabajo decorando con detalles todo el recorrido. Caminaba mientras admiraba todo a mi paso, cuando por fin llegué a el vestíbulo, me asombré pues era el más grande que había visto jamás, y lo mejor; todo echo de piedra.

En la sala principal del castillo habías grandes muebles de madera, todos con talladuras perfectas. Mis tíos junto con mi padre y mi madre llevaron nuestras cosas a una sala conjunta a la de nosotros.

Todo tenía diferentes tonalidades de color. unos colores más oscuros que otros. Gruesas raíces formaban grandes candelabros que colgaban del centro de la sala. Aquellos candelabros que parecían esculturas de serpientes enredándose con un propósito, sostenían bellas velas con restos derretidos y después secos de cera en sus alrededores; que mantenían el ambiente muy iluminado.

Mamá salió de aquella habitación y se acercó a nosotros. Todos mis primos estábamos sentados en sillones muy acolchonados, cuando de pronto nos dijo que fuéramos al comedor a cenar y de allí a nuestras habitaciones.

Sumisos a las ordenes de mi madre, hicimos lo que debíamos hacer. Ya en las habitaciones - una enorme con las suficientes camas para todos los primos-, nos recostamos sobre las camas y nos tapamos con tela de manta, mientras nuestros padres nos contaban las historias de cuando eran jóvenes.

-Padre, ¿es cierto que esta será la única vez que estaremos aquí?- El estaba situado a mi lado, sentado en un banco.

-Probablemen...

Las tinieblas se alimentaron de la claridad en la habitación.

Silencio, total silencio.

Tengo miedo.

-¿Papá?

-Silencio, bebé. Todo saldrá bien, te lo prometo, pero por favor no hagas ningún ruido.

Mormullos, solo eso escuchaba, hasta que otra clase de ruido logró captar sus oídos. Pasos en el corredor. Pasos en la puerta. Pasos en el cuarto. Una mano fría se posó en el tobillo de mi pie.

Grité lo más fuerte que pude, mi recompensa; un gran golpe.

Lo único que recuerdo

Sobre Castillos de TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora