6. El héroe de la noche

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Se encontraba sentada en la sala de estar de los Salvatore, junto a la chimenea que ahora se hallaba apagada. Eran las cinco de la tarde y hace tan solo unos minutos encontró una nota de su hermano Jeremy en la que se despedía de ella y le deseaba lo mejor. Las lágrimas discurrían por sus mejillas sin intención de parar y su cuerpo temblaba involuntariamente. Un nudo en la garganta se fue formando impidiendo que respirara con normalidad, pero Elena no se permitía que ningún sollozo saliese a la luz.

-Toma, te calmará-dijo Damon tendiéndole un vaso de Bourbon-. O al menos hará que sea más llevadero.

La chica asintió sin mirarle y agarró el vaso que le ofrecía con las dos manos, arrugó su nariz en cuanto el intenso olor a alcohol penetró en sus pulmones. Dio unas cuantas vueltas al vaso, imaginando el sabor de aquel líquido de color bronce y notó cómo sus ojos empezaban a picar, amenazando con derramar más lágrimas. Decidida, apretó el cristal y bebió su contenido de un trago, con cierta dificultad por el sabor tan potente y por el condenado nudo en la garganta.

Damon se sentó a su lado y la observó sin decir ni una palabra. No estaba seguro de qué es lo que debía hacer, verla llorar lo desarmaba por completo y sentía que una parte de él se esfumaba por cada lágrima que derramaba.

-Fui a despedirme- empezó sin apartar la vista del fondo del vaso-. Le prometí a Jeremy que no lo haría, que nada de lágrimas...pero lo hice. No podía dejarle ir sin decirle adiós por segunda vez.

El pelinegro le pasó el pulgar por su mejilla para impedir que otra lágrima saliese de sus ojos. Quería abrazarla y dejar que llorara desconsoladamente sobre su hombro porque no soportaba verla así, tan rota y destrozada.

-Quería decirle lo mucho que le echaría de menos, que sentía haber quemado la casa en la que crecimos- esbozó una mueca que intentaba ser una sonrisa-. Que lamentaba no haber podido salvarle en el pasado y que le quiero muchísimo- las palabras salían entrecortadas de su garganta y el primer sollozo se hizo presente. Elena cerró los ojos y se mordió el labio tan fuerte que se hizo daño, pero siguió hablando-. Pero también le diría que no tendría que preocuparse por mí porque saldría adelante, como siempre lo he hecho y que, aunque me costase mucho, le dejaría marchar sabiendo que siempre estaría a mi lado cuidándome.

Por primera vez en toda la tarde, los ojos café de Elena se encontraron con los aguamarina de Damon. Éste no soportó verla así ni un segundo más y se abalanzó a abrazarla haciendo que el vaso de cristal, que minutos antes le había ofrecido, cayese precipitadamente al suelo. La chica permaneció quieta en sus brazos, permitiendo que le acariciara la espalda trazando pequeños círculos con los dedos. Mantenía los ojos cerrados y la cara escondida en el pecho de Damon, a decir verdad, le costaba respirar ante la presión del agarre pero poco le importó pues todos sus esfuerzos se limitaban a no sucumbir ante la tentación de llorar amargamente como si no hubiera un mañana.

-Todo ha sido por su culpa, si no hubiese sido por esa...esa...zorra, podría haberme despedido, es más, Jer no estaría muerto de no ser por ella...Pero claro, Katherine siempre tiene que venir a tocar las narices.

-Tiene la manía de robar el papel protagonista- intervino con la esperanza de animarla, sin embargo, presintió que su intento por amenizar su tristeza fracasó al ver cómo Elena enterraba su cara aún más en su pecho. Besó sus cabellos y dejó que la chica se tranquilizara entre sus brazos.

-Todo me sale mal, Damon...primero: esto; segundo: Stefan se va a quién-sabe-dónde; y tercero: Bonnie no me coge las llamadas... Y mejor no hablemos de todo lo que hemos pasado desde...desde que todo lo...sobrenatural apareciese en mi vida- sentía que a cada palabra que decía se derrumbaba cada vez más y optó por morder la camisa de Damon en un intento desesperado por serenarse-. Mi vida es un desastre lo mires por donde lo mires...

Un verano de ensueño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora