Capítulo 1. Lowell Institute

27 2 1
                                    

   A pesar de las condiciones climáticas de Reino Unido, hoy es un día excesivamente soleado. Mi familia no me acompaña, desde que me convertí en lo que soy, han estado distantes de mi, básicamente al llegar del viaje me lanzaron en las puertas del instituto, me imagino que usar su magia en mi para controlar mi sed les dejó agotados y ahora tengo que vérmelas sola para llegar a la administración del lugar y para lidiar con todos los otros seres sobrenaturales que hay aquí.

   Si hay algo que me tiene más mal que la sed que siento es este poder, habilidad no se como llamarlo de leer mentes, apenas piso el lugar me invaden los pensamientos de los alumnos de este lugar, algunos se quedan viéndome preguntándose "¿de que raza será?", otros simplemente me ven como una mortal y se preguntan "¿qué hace una humana aquí?", tengo unas ganas enormes de arrancarles las gargantas a esos pero trato de contenerme mientras camino hacia la administración, una vez ahí me hacen pasar de una.

— Chloe Grigori —habla la que supongo es la directora del lugar mientras tomo asiento frente ella y me quito los lentes de sol— Hija de dos grandes brujos, es una lástima lo que te ocurrió —se que lo dice en serio por lo cual evito ponerle los ojos en blanco.
— Si que lo es ¿verdad? Igual supongo que de todos modos iba a terminar aquí ¿no? —pregunto encogiéndome leve de hombros mirándola.
— Si pero honestamente hubiéramos preferido tenerte como bruja, pero bueno como ya sabrás yo soy Catherine Lowell descendiente de los creadores del instituto y directora de este, yo me aseguraré de que aquí aprendas a controlar tu sed, velocidad, fuerza y todo lo que viene con el vampirismo —me dice con ese tono de seguridad, el tipo de tono que se te mete hasta en lo huesos y te hace creer que de verdad te van a ayudar.
— Con que me ayude con la sed y esto de leer mentes estamos, es lo más fastidioso —comento inhalando una buena cantidad de aire para luego suspirar, hablando de sed de algún modo fumar me ayuda a medio calmarla y ahora mismo necesito un cigarro.
— Cariño créeme que lo haremos, por lo menos estas consiente de lo que más te cuesta controlar, ya eso es un gran paso —dice mientras saca unas llaves y me entrega un papel el cual ya se de antemano que es mi horario— Te mostraré el lugar, sígueme —me ordena levantándose de su puesto.
— ¿Aquí está permitido fumar? —pregunto siguiéndola al levantarme también de mi puesto, mi pregunta le ha tomado por sorpresa y piensa que le he preguntado en plan broma, se que se está molestando— Pregunto porque me ayuda con la sed —digo sacando la caja de cigarros del bolso, cojo uno y lo llevo a mis labios para encenderlo con el yesquero y darle una calada para luego exhalar el humo en la dirección contraria a la directora. 
— En tu caso si lo permitiré aunque debo admitir que en todos estos años eres la primera en preguntarlo, gracias por la aclaratoria —habla mientras caminamos— Las clases de tu raza son en la noche, aunque el lugar posee ventanas polarizadas con las cuales el sol no les afecta preferimos no correr riesgos, a tu derecha tienes los salones.  El comedor de ustedes está más adelante a la izquierda —me dice señalando y yo solo asiento.
— Las habitaciones son compartidas pero los dormitorios están separados por razas, usualmente colocamos a las parejas de cuarto que sean del mismo sexo pero a ti te tocó diferente —me dice entregándome las llaves de la habitación, habíamos caminado por casi todo el instituto, básicamente los dormitorios se encontraban detrás de este— Tu habitación es la 47, siguiendo derecho por este pasillo —
— Vale gracias —le digo sonriendo un poco y camino por el pasillo hasta llegar a la habitación, veo que alguien ha traído mi equipaje hasta acá y lo ha dejado al lado de la puerta, hago una mueca suspirando y abro la puerta pasando con mis maletas.

— Pero ¿a quien tenemos por aquí? —escucho a la voz masculina venir detrás mío pero lo ignoro porque sus pensamientos se están desviando a muchos lados y estoy tratando de contenerme de darle un buen golpe— Si es que tengo una compañera de cuarto, esto no ocurre a diario —
— Si tienes una compañera —volteo a mirarle— Pero eso no quiere decir que todos tus pensamientos se tengan que dirigir a mi culo o mis tetas y tampoco quiere decir que tengas que fantasear sexualmente conmigo, me impresiona la rapidez con la que has pensado en todo eso —hago una mueca de disgusto mientras comienzo a desempacar.
— ¡De puta madre! ¿Lees mentes o que? —pregunta algo asombrado y también enojado— El hecho de que lo hagas no quiere decir que tengas que entrar en mi mente —habla a la defensiva.
— Si, lo hago y créeme que si pudiera controlarlo no entraría en tu mente —necesitaba un cigarro ¿dónde demonios había dejando la puta caja?, la busqué entre mis cosas junto con el yesquero, al conseguirlos saqué un cigarro y lo encendí, fumaba a la vez que terminaba de desempacar.
— Vale no voy a decir que te entiendo porque realmente no lo hago pero volvamos a comenzar porque hemos olvidado completamente nuestra educación y tampoco voy a decir que siento haber pensado en eso porque estas buena —coloco los ojos en blanco escuchándole, al termina de desempacar tomo asiento en mi cama para quedar frente a el— Me llamo Alec Black, un gusto —se presenta levantándose de su cama y se acerca a mi con la mano extendida.
— Chloe Grigori, el gusto es mío —dudo por unos segundos en tomar su mano pero al final lo hago.
— ¿Grigori? —asiento mirando la expresión de confusión de Alec— No se supone que ustedes son... —
— ¿Brujos? Si, bueno gracias al que me convirtió estoy en este lado y no en el otro —termino el cigarro botando la colilla en un bol pequeño de vidrio que dejé en la mesa de noche al lado de la cama.
— Que maldito, los Grigori según se son tan viejos y poderosos como los Lowell, bueno quizás no tan poderosos pero se le acercan —dice negando un par de veces mientras saca dos bolsas de sangre de la mini-nevera, abre una y empieza a beber mientras me da la otra— Obviamente a mi también me convirtieron pero mi familia no era nada especial, eran simples humanos —
Tomo la bolsa que el me tiende y la abro para beber de esta mientras le escucho— ¿Y cómo terminaste aquí —pregunto curiosa mientras termino la bolsa.
— Veo que alguien tenía sed —me dice bebiendo de a poco de su bolsa— Bueno pues a mi creador le asesinaron y todos los vampiros que estábamos dentro de su casa salimos huyendo, de todos yo era el más neófito. Mi sed era insaciable, aún lo es, pero bueno en ese momento me tuve que esconder en las calles y maté a unas cuantas personas, tanta muerte en el mismo sitio llamó la atención de uno de los profesores de este lugar así que el viajó para investigar y dio conmigo y bueno ya sabes el resto —asiento mirándole— Ni te voy a preguntar si quieres otra bolsa —dijo yendo de nuevo a la mini-nevera, sacó otra y me la lanzó— Yo solo espero que no acabes con mi ración de bolsas, no sabes cuanto me ha costado sacarlas del comedor —
Atrapo la bolsa y la abro de una— Gracias —le agradezco viéndolo acostarse a terminar su bolsa, Alec tiene el cabello negro, los ojos azules, es alto, delgado y está cubierto en tatuajes, debo admitir que es bastante atractivo.
— Por nada —tira la bolsa vacía en la papelera de la habitación la cual arrimó hasta el con la mente y yo trato de beber más lento— Sabes, creo que lo más fastidioso de esto aparte de la sed y los poderes como en tu caso es la lectura de mentes y en el mío la telequinesis, es que todo lo sientes como que magnificado, si sientes dolor no lo sientes como una persona normal, lo sientes triplicado; si una persona que te atrae o te gusta te medio toca ya estas a nada de lanzártele encima para tener relaciones —voltea a verme esperando por una respuesta.
— Si, eso es fastidioso pero realmente no he experimentado lo último que dijiste —suelto un suspiro— ¿vamos a estar en la habitación hasta que caiga el Sol o qué? —le pregunto.
— Ya lo experimentarás créeme y ¿tan rápido te aburrí? —ríe un poco aún mirándome— Podemos salir pero realmente no hay mucho que hacer a esta hora y no todos tenemos anillos de Sol como tu, debo decir que nunca había estado tan entretenido desde que llegué a acá, ahora entiendo la emoción que sentían los demás al tener un compañero —pienso en lo que debe ser estar toda la mañana y la tarde así acostado sin hacer mucho, sin tener con quien hablar y me da dolor de todo, yo no podría.
— Me alegra entretenerte pero creo que podrías haber ido a las otras habitaciones a pasar un rato ameno —lo veo rodarme los ojos.
— No me interesan los demás aquí y tampoco es que yo les interese, en un par de horas veras porqué —ladeo la cabeza mirándolo no necesito esperar a un par de horas para saberlo pero bueno mientras tanto termino la bolsa y el pasa la papelera hasta mi lugar, tiro las dos bolsas y luego la regresa a su sitio.
— Oh bueno... —es lo único que llego a decir, me acuesto en la cama y volteo a ver a Alec, pareciera que se hubiera quedado dormido de una pero no lo está aunque realmente dormir sería una buena forma de pasar el tiempo.

No puedes huirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora