Capítulo 4. Shit Happens

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   Ha pasado alrededor de un mes y medio desde aquel incidente, no he visto a ninguno de los que formaban ese grupo pero por lo que Grace me ha contado, ya con el tiempo que ha pasado no los estuvieron castigando, dándoles algunas severas torturas por su inaceptable comportamiento, simplemente ya terminaron con ellos además ella dijo no tener más visiones sobre estos seres lo cual es algo malo, supongo.

— Chloe Grigori —escucho la conocida voz femenina llamarme por la espalda, es imposible no reconocer la voz de Catherine Lowell, inmediatamente me volteo y espero a que llegue hasta donde estoy.
— Dígame Sra. Lowell ¿en qué le puedo ayudar? —respondo ante su llamado de la forma más educada que me era posible.
— Necesito consultarle algo en privado... —no hace falta que termine de hablar porque solo me basta leer su mente para saber sobre que necesita hablar conmigo, sin pensarlo dos veces comienzo a caminar hacia la administración del lugar junto a la directora.

   Al llegar a su despacho, tomé asiento preparándome para lo que iba a caer sobre mi. Ella se posicionó detrás de su escritorio a la vez que mantenía su mirada fija en mi, lo cual con honestidad me incomodaba, nunca me ha gustado que me miren tanto.

— Entonces dígame, sobre lo que tengo en mente ¿qué opina usted? —dijo finalmente a la par de que alzara mi mirada para responderle.
— Con la mayor honestidad no creo que sea una buena idea dejarnos sueltos por la calle dos noches, temo por la vida de los inocentes, aunque he de admitir que el grupo ha mejorado pero sigo sintiendo que no es suficiente —digo soltando un pequeño suspiro.
— Eso es cierto pero no es la primera vez que se realiza este acto, créame que es necesario para que realmente aprendan a controlar su sed de sangre, es totalmente diferente enfrentarse al mundo y a las situaciones cotidianas que a tener a un humano en un armario con algunos cortes, pienso que si sería buena idea y en tal caso de que algo se salga de control confío en que usted ayudará a mantener el equilibrio entre lo que ocurra. Usted de todo el grupo por alguna razón resulta ser la de mayor control y eso que con todo y todo usted es la más neófita de ellos —asiento ante lo que dice.
— Si bien es cierto es que la idea de esto es que luego podamos adaptarnos de nuevo a la sociedad y que esto nos ayudará con nuestra sed, sigo pensando que sería mejor hacerlo después. Usted deposita un gran peso en mi espalda al dejarme a cargo de los demás, básicamente tendré que vigilarlos de que no se metan en ningún problema pero no ha pensando en que quizás yo pueda perder el control también, como usted dijo es muy diferente un simple hombre con cortes que el mundo fuera de este instituto —la observo quedarse pensativa pero no me meto en su cabeza, no quiero saber más del tema, no lo necesito, el hecho de que planee dejar ese peso en mi me puso como que de malhumor tan simple que es colocar a un profesor.
— Vea esto como una prueba, si usted llega a perder el control entonces aquí sabremos de que necesitamos mejorar nuestras técnicas de enseñanza, le habremos fallado a todos los vampiros de su grupo y a usted en intentar ayudarles a controlar una de las cosas más difíciles con las que lidian los de su raza —dice con firmeza— Tendrán el Jueves y el Viernes libres, saldrán del instituto y usted los vigilará de que no  comentan un error, de que no pierdan el control ¿está claro? —pregunta con un tono que me hace querer matar a alguien, si esto iba a ser así entonces para que pidió mi opinión, no le veo sentido.
— Está claro —respondí asintiendo tratando de ocultar mi malhumor y mi molestia.
— Jueves y Viernes de esta semana, ya sabe, puede retirarse —me levanto de mi asiento, salgo de su despacho y de la administración. 

   Intenté calmarme por un momento pero es que no, no se puede, cuando uno es vampiro siente todo triplicado, es por eso que quiero arrancarle la cabeza a alguien. Voy con un paso acelerado hacia la habitación, no voy corriendo como el vampiro que soy porque una parte de mi me dice que vuelva a intentar calmarme pero estoy tan molesta y huele tan mal, el olor no me ayuda en nada... Un momento, este olor es conocido pienso mientras respiro un poco más profundo Hombres lobo, lo que me faltaba, acelero aún más el paso entre ellos, no quiero oír sus pensamientos ya que por lo general son terribles y en el modo en que estoy podría iniciar una pelea.

   Al estar en la habitación saco una buena ración de bolsas de sangre de la mini-nevera, me da igual si Alec se molesta o no, quiero atiborrarme en sangre y cigarros hasta que no pueda más y me calme. Llevo unas tres bolsas y media, una caja y media de cigarros pero aquí sigo medio molesta, admito que mi mayor temor es perder el control y convertirme en los monstruos que eran mis compañeros antes de esto. Tiro cuatro bolsas vacías junto a dos cajas de cigarros en mi papelera, reconozco los pasos pesados y molestos de Alec, alguien está mucho peor que yo, pensé acto seguido de escucharlo y verlo dar un portazo.

— ¿Qué coño te pasó a ti que andas fumando como una puta presa? —pregunta encolerizado mientras coge las bolsas que había dejado afuera y las devora, hablo en serio, las devoró lo único que veía era las bolsas vacías caer de una al piso.
— Más bien ¿qué coño te pasó a ti que llegas dando portazos y andas devorando bolsas? —respondo con otra pregunta a la vez que le miraba con el ceño fruncido.
— Eso no es problema tuyo Chloe —responde a la defensiva mirándome con los ojos entrecerrados y luego hace una mueca de desagrado que me alerta de que las cosas se pondrán intensas— ¡Te he dicho que no te metas en mi mente! —grita acercándose a mi, me ha empujado fuertemente contra la pared, estoy acorralada, su mano derecha aprieta mi cuello y me sostiene a tal punto que cuesta hablar y mis pies no tocan el suelo— ¡Odio que lean mi mente! —
— ¡Joder Alec! Yo no estoy leyendo tu mente —le gritó armándome de valor, tomando la decisión de empujarlo hasta el otro lado del cuarto y yo quedarme en mi lado, le escucho chocar contra la pared y recomponerse para atacarme.
— ¡Mientes! —dice mientras intenta atacarme y yo intento mantener distancia entre nosotros.
— ¡Que no lo hago! Fue una de las primeras cosas que me dijiste que no hiciera y créeme que lo intento, más desde que he ido mejorando en el uso de esta habilidad —pero yo estaba molesta y el también, así es como terminamos los dos en el medio de la habitación tomándonos del cuello.

   Y así soy yo la que tiene que vigilar al grupo, cuando se que la presión que ejerzo en el cuello de Alec es mayor a la que el tiene en el mío, cuando sé que fácilmente podría decapitarlo y que estoy a nada de hacerlo pero veo algo de terror y sorpresa en sus ojos, ahí es cuando lo suelto y el hace lo mismo, acto seguido le doy la espalda porque no puedo creer lo que casi hago pero el me da la vuelta, me toma de las muñecas y me vuelve a acorralar contra la pared.

— ¿Qué te pasó? —pregunta de nuevo solo que esta vez con un tono más calmado.
— Me pasa que me pidieron mi opinión para nada, pasa que nos darás dos noches libres y el peso de vigilarlos a todos cae sobre mi, pasa que estaba molesta porque temo perder el control, pasa que casi te de... —no pude terminar de hablar, me habían callado con un beso al que casi sin darme cuenta estaba correspondiendo, me separé de el en lo que me era posible y simplemente me quedé mirándolo a los ojos.
— A mi me pasó que escuche a un hombre lobo hablar de ti como que si en lo que te convertiste fuera una desgracia, como que si era mejor que estuvieras muerta y que si hubieras entrado de bruja buscaría el modo de enrollarse contigo —soltó un suspiro— Exploté y le ataqué, comenzamos a pelear y bueno menos mal que nos detuvieron, no me mires con esa cara que estoy bien, mis heridas sanaron y no me mordió —
Adopté una expresión más calmada al escuchar lo último— No vuelvas a atacar a un hombre lobo, si te muerden y te pierdo entonces me voy contigo, no aceptaría tu pérdida —admití. 

   Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Alec, podía decir que ya ambos estábamos calmados, dejó el agarre de mis muñecas para proceder a abrazarme, una vez que lo hizo le correspondí el abrazo.

— No esperaba que dijeras algo así —dijo a la vez que acariciaba mi cabello— Desde que me convirtieron y perdí todo, pensé que me era imposible encariñarme de alguien de nuevo, pues parece que no lo es —deja un beso en mi frente y yo me he quedado sin palabras.

No puedes huirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora