»seis«

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Si los mares fueran tan infinitos como tus ojos, yo no dudaría en nadarlos mil veces.

Caminaban juntos sobre las nubes del cielo. No iban agarrados de las manos esta vez, sólo se paseaban libremente por aquel mundo escondido del que los ángeles podían disfrutar. La claridad, el sentimiento, la paz, todo se encontraba más presente que nunca entre esos dos jóvenes soñadores.

Louis miraba a Lesly, Lesly miraba a Louis. Y en eso se basaba el momento que querían congelar.

Tal vez si hubiera un público testigo de los sentimientos de aquellos locos jóvenes no dudaría en aplaudir y llenar el cielo de gritos alegres, el amor triunfaba, la amistad iba sobre todo y los chicos sonreían sin ser obligados.

Justo como Dios habría querido.

El ángel, Louis, casi siempre sentía la necesidad de hacer que todo el mundo a su alrededor de inundara en risas, él era un auténtico bromista, de esos que no pueden pasar un día sin escuchar una carcajada. Concentrado en el lento caminar de Lesly, Louis decidió captar la atención de la inocente muchacha moldeando una nube con sus pies.

Lesly se preguntaba cuál era aquella forma que Louis estaba intentando hacer, no era un helado como la última vez, tampoco un pony o mucho menos una paletita de dulce. Sin embargo, fuera lo que fuera, Louis estaba bastante concentrado en moldear aquella nube.

Una patada hizo que Lesly se diera cuenta de que Louis había esculpido una pelota de fútbol.

— ¡Atrápala si puedes!—gritó el joven con una sonrisa contagiosa.

Lesly, siguiéndole el juego, empezó a correr entre las nubes siendo perseguida por su guía.

Corrieron, corrieron, corrieron y siguieron corriendo pero la gran pelota sólo se dispuso a alejarse de ellos. Lesly llegó a pensar que aquella figura de nube había cobrado vida ya que parecía ser más inteligente que ambos.

— ¡Sigue corriendo, pequeña! ¡Debes correr por lo que quieres!—exclamó Louis, así era, ella debía correr.

— ¿Y qué tal si camino?—preguntó la joven deseando detenerse.

—Si caminas, alguien te alcanzará.

Así fue cómo Lesly decidió seguir corriendo hasta el final, la pelota no se saldría con la suya.

Louis, por su parte, estaba feliz, feliz de verdad. Él sentía que al correr se estaba alejando de su pasado, veía muy lejos a ese niño que lloraba y a ese adolescente maltratado. Al correr sus miedos desaparecían.

— ¡Lou! ¡Está muy lejos! ¿Y si vamos por un café?—replicó la hermosa joven sin detenerse.

—Lesly, nunca está tan lejos como lo estuvo hace un segundo, y ya te dije que en el cielo no hay cafeterías.

Así que, con fuerza en su alma, ella corrió cerca del ángel que se veía más apasionado que nunca, lleno de sueños, lleno de esperanzas, lleno de vida.

Un poco más, sólo un momento más y ella estaría atrapando aquella pelota.

Pero no. Cayó. Se resbaló.

Encima de Louis.

Él era perfecto desde ese ángulo, ella lo había atrapado con sus brazos y estaba encima de él. Louis sonreía con cariño, mirando fijamente los ojos café de la niña más pura del mundo, el mundo con el que él se comparaba. Tal vez aquellos dos habían sido hechos para estar cerca el uno del otro, como dos almas unidas en un sólo suspiro, como dos almas potentes y libres. Llenas de pasión por el mundo.

«cielo»  l. w. t.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora