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Y yo ya no sé si lo que obtenemos es cordura o nos ataca la locura.

Pensándo bien en la escena las dos tumbadas mirando al infinito divagando en nuestra mente, intentándo encontrar un sentido lógico a las cosas, pensando que algo debe de ceder y luchando contra nuestros demonios.

Al borde de las lágrimas, ya con la respiración entrecortada estallamos a carcajadas. Tú cara, la mía.

Parecemos dos idiotas lamentándose de sus vidas. Somos, es una realidad, somos.

El agua salada que corre por nuestras mejillas no sé si es de risa o aquello que intentábamos guardar con tanta fuerza como nos lo permitía el nudo de nuestra garganta.

Da igual, reímos, lloramos. Creo que fue una explosión de emociones, pero el ver la decadencia de la otra resulta algo divertido.

Nunca creí que ver a alguien en mal estado sería gracioso. Quizás no lo es.
Estamos jodidas, es eso, lo estamos y lo sabemos. Tremendamente jodidas, nos causa gracia cómo todo puede cambiar tan rápido, cómo te estrellas con la realidad, cómo las personas te sorprenden más, cómo empiezas a conocerte a ti misma, cómo tiene que pasar todo de golpe, cómo la vida no nos deja ni un solo descanso, cómo... Cómo todo, cómo sucede todo.

Dicen que quien más triste más ríe por tonterías. Irónico. Por eso aún me duele el vientre y la mandíbula y me hace falta aire después de tanto descojone, porque es irónico.

Ciertamente, irónico.

Inspiraciones Nocturnas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora