Capítulo 23.

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A duras penas logro acercarse a ella. Cuando al fin pudo sentirla la estrecho en sus brazos y la beso con bastante exigencia que la dejo aturdida. Jiyeon estaba asustada y él lo sentía, solo que no lograba entender el porqué. ¿Sería virgen?   ¿O tal vez el problema era su novia?  Más bien ex novia, se corrigió. Rió mentalmente. Pero eso no impidió que el siguiera besándola.

-Jongin –ella se separo un poco de él.


-¿Qué? –pregunto. No lo pararía ahora o ¿sí?  ¡Joder!  Estaba tan duro.



-Espera dejare esto en algún lugar –el solo asintió.



Escucho como se colocaba el perfume y sonrió.  ¡Demonios!  Era una buena amiga. Nadie haría aquello por él.  Jongin  sentía como estaba tensa y asustada, pero de igual manera lo ayudaba con esto. La apreciaba como a nadie. Quizás podría olvidar a su hermana con ella. No, ni lo pienses, se dijo. Ella es lesbiana nunca se fijaría en ti.



Ella lo atrajo a su cuerpo y el se sintió bien de nuevo. Era una extraña manera como se sentía, solo quería follar, descargarse. Pero a la vez sentía que todo eso era muy extraño y lo era, se decía. Ya que Jiyeon era su mejor amiga, la única que tenía en Japon y además era lesbiana. Eso era bastante extraño. Pero se decidió a no pensar más en eso. Solo folla y nada más se decía. Solo eso. La beso de nuevo, Jiyeon cada vez se iba relajando más y eso lo animaba a avanzar. Se quito la ropa con la ayuda de ella, y la sintió separarse de él, cuando al fin volvió a sus brazos ella estaba solo en ropa interior. El trago gordo. Se acercó a su cuello y se olvido de todo. Su hermana pensaba él. Su olor. Le dio pequeños besos y lamio su cuello. La sintió estremecerse.  Jongin  gimió. 



-____- susurro él. Y la atrajo de manera posesiva a él mientras le recorría el cuerpo con la mano derecha, siguiendo un camino por la espalda, la cintura y hasta llegar a su trasero. Jiyeon gimió, ___ pensaba él. Nadie podía decirle lo contrario. Él creía que era ___. 



Necesitaba sentirla más cerca aun. El calor de su piel lo estaba desquiciando. Perdía el control al escucharla gemir. 



A pasos ciegos se dirigió a la cama y se tumbo con ella colocándose entre sus piernas mientras intentaba quitarle el sujetador. La sintió tensarse pero decidió ignorarlo. Cuando al fin le quito el brazier lo lanzo a quien sabe dónde, empezó a chupar y morderle el pezón. La sintió relajarse y soltar pequeños gemidos. El sonrió satisfecho. 



Estaba tan inquieto, solo quería penetrarla y acabar de esa manera con su agonía. Así que le quito las bragas y se saco su bóxer. Ya no creía poder aguantar más.


-Colócame el condón por favor –ella se movió incomoda bajo suyo y el gruño.



-¿Por qué no lo haces tú? –pregunto ella.



-Porque no puedo ver nada –dijo obvio. Ella rio bajo y agarro el condón, lo abrió.



-Nunca le he puesto un condón a nadie ¿Qué debo hacer? –el solo se acordó de su hermana al colocárselo y le vinieron las mismas palabras.



-Solo aprieta la punta y deslízalo, de esa manera no tendrá aire –ella solo lo hizo sin más. Pero lo estaba torturando. Quizás todas las mujeres habian nacido con el don de torturar, pensó irónico. El gimió fuerte cuando ella hubo acabado al fin. – ¿Estás segura que quieres hacerlo? –pregunto por última vez. La verdad no creía que pudiese parar, pero necesitaba estar seguro.

• El poder del Amor ||Jongin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora