Niña nueva.

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Entré en clase con mi traje, con mi coleta alta y rubia y con mis ojos verdes, aunque algunas veces, dependiendo del sol, son azules.
Mi madre se había currado el bonito peinado, pero al entrar no recuerdo más. Sólo recuerdo que una niña llevaba unas zapatillas súper bonitas y yo las quería. No recuerdo mucho de los días que pasé sola, pues no entendía una mierda de lo que me decían.
El chico búlgaro sólo se encargaba de traducirme las cosas de clase. Recuerdo que a él tampoco le caía bien, pues un par de veces me tradució mal y eso hizo que mis contestaciones hicieran que me mirasen todos mal, le odiaba, al igual que él a mí. Había una niña muy mala en mi clase, Sofía. Sofia se juntaba con Andrea; ellas dos hicieron lo imposible para que yo lo pasara mal. Siempre se reían de mí en cuanto a que no entendía el idioma, no sabia hablar, no sabía defenderme frente a ellas. Muchas veces me pegaban y eso hacía que cuando volvía a casa por las tardes no dejase de llorar.
Mi tutor, Sergio, y Ana intentaron por todos los medios que yo aprendiera el idioma y a mitad de curso, supongo, ya sabía entender casi todo lo que me decían.
Ahora que lo pienso, Sofía tenía un cierto parecido a mí, pues era medio rubia y tenía los ojos azules. Andrea era una niña un tanto gorda, pero eso no la impedía meterse conmigo diciéndome que soy muy fea y gorda y tonta.

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