Ese verano me divertí, lloré, reí, sufrí, pero no lo entendía. Cumplo años en octubre por lo que cuando llegue tenía 7 años. En septiembre empezaba el cole, y eso significaba que mis primos se irían a Bulgaria dejándome sola.
¿Recordáis que os dije que en Bulgaria empezamos primaria con 7 años?, pues bien, al llegar a España eso hacía que me adelanten un curso, pues había cursado primero con 7 añitos cuando en España tendría que estar en segundo. Así que entré directamente en tercero.
Supongo que es difícil entender cómo me las he estado arreglando con el cole y todo, pues ahí va.
Por pura casualidad diría yo, en mi clase había un chico que era búlgaro. Cuando fui a mi primer día de clases llegue tarde, pero me recibió una mujer que marcaría todo mi progreso y que a día de hoy sigue saludándome como ese primer día. Se llama Ana y es la mujer más amable y agradable que una persona tiene el gusto de conocer.
Me llevó hasta mi respectiva clase y entré con mi traje rosa. Mi abuela se había gastado mucho dinero en ese traje rosa, llevaba una chaqueta típica americana y unos pantalones de vestir; en la cintura de la chaqueta tenía un lazo, también rosa, no recuerdo si era mi color favorito o el de mi abuela. Pero ahí no acaba.
