xvi.

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Regreso al pasado,
al día de ayer.
Atrás dejo las cicatrices,
ya grises,
impregnadas en mi ser.
Lo mío no era ganar.
No prometía una victoria,
ni vencer a mi rival,
y todo porque en mis noches
yo era la única
que sabía apreciar el final.
Me hicieron rabia
una y otra
y otra
y otra vez,
por eso mis pupilas gritaban,
mis entrañas lloraban
y pedían a gritos
hacer Roma al revés.

Es triste y bonito -tal vez-,
que todos mis poemas
acaben en tristeza,
y no hay más belleza
que tú,
aquí y ahora,
me leas otra vez.






Desquebrajada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora