No sé si soy yo o es que llevo demasiadas vidas sin pararme a escribir con la luz apagada y los pensamientos al rojo vivo, pero cada vez me cuesta más recomponer las piezas de mi vida.
Supongo que ésto funciona así: el tiempo nos golpea y después duele como si nos pisaran fuerte. Y es que somos barcos varados,
sin causa ni solución,
sin guía ni vía,
sin flote ni aguante.
Por eso el fondo del mar está lleno de ésos. Pero qué importa, si seguirán cayendo.