Capítulo 1.

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-¿Vas a Buenos Aires?- le pregunta el chico lindo de la guitarra. Justo se acaba de sentar al lado suyo en el micro.

-No...Bueno, sí.

-¿Sí o no? ¿No estás segura?-él le sonríe.

-Sí- Dios mío, los nervios la están matando.

-¿Estás bien?

-Perfecta. ¿Por?

-Por nada

El micro pasa sobre un lomo de burro y los dos saltan al mismo tiempo.

-¡Epa, me tocan todas hoy!- ella se toma la cabeza, el chico lindo se tienta y entre risas se presenta.

-Me llamo Tomás. ¿Y vos?

-Julia...na.

-Mucho gusto, Julia...na - y acto seguido le da la mano. La tranquiliza, es extraño, porque hoy desconfía de todos. No puede bajar la guardia. Recuerda lo que acaba de vivir en su pueblo y se le ponen los pelos de punta.

No puede evitar verse, todavía corriendo, sin aliento, por las callecitas en penumbras de la Merced, su pueblo. La sensación de peligro es abrumadora. Escucha un auto y se esconde en el zaguán de una casa. Contiene la resporación. El auto pasa despacio, a baja velocidad. Logra ver a dos hombres con pinta de matones. Uno de ellos se asoma por la ventana buscando por la calle, mirando para todos lados. La buscan a ella. Lo sabe. El auto sigue unos metros y sale disparada en dirección contraria.

De pronto, Julia se despierta y se da cuenta de que se quedó dormida sobre el hombro de su compañero de asiento. ¡Qué papelón! Muerta de vergüenza le pide perdón y para disimular un poco su incomodidad se pone a mirar por la ventanilla. Pero ese chico es tan buena onda, que no puede evitar mirarlo de reojo.

Al final se vuelve a dormir y cuando abre los ojos descubre que acaban de llegar a la terminal de Buenos Aires. ¡Por suerte! El asiento de al lado está vacío. Parece que el chico lindo se fue, pero no, no lo puede creer, ahí está él arreglándose el cuello. Pero no es cualquier cuello el que acaba de acomodarse en la camisa. Tomás agarra su equipaje y se acerca al verla entre sorprendida y desorientada.

-¿Estás más tranquila que llegamos? ¿Estás bien?

Julia no puede dejar de mirarlo atónita.

-¿Qué onda?

-¿Cómo que onda?

-¿Qué? ¿Pegaste una fiestita de disfraces? -le dice señalandole el cuello-

-Nooo, me parece que te estás confundiendo. Soy sacerdote.

-¡Daleee!- no puede evitar la larga carcajada ante semejante chiste.

-Es en serio. ¿Necesitás que te ayude con los bolsos?

-No,eh, no hace falta. Esta mochila es todo mi equipaje.

-Bueno entonces fue un placer conocerte- le dice mientras le extiende la mano-. ¡Mucha suerte!

Sí, sí, suerte para vos también. Digo, para usted también- ¡qué torpe que la hace sentir!

-Bueno, gracias. Adiós- dice.

Y julia ve cómo su sonrisa se pierde entre la multitud. ¡Estuvo toda la noche sentada con un cura! Todavía no lo puede creer.

¡Llegó! La verdad es que parece un buen lugar para refugiarse. Mira el aspecto sólido de las paredes del convento Santa Rosa y toma coraje. Toca el timbre. Nadie la atiende. Se está poniendo nerviosa; necesita que le abran la puerta. Nadie viene. Tardan. Después de varios timbrazos le abre una hermanita vestida de azul, con cofia y todo.

Esperanza mía "Nace una historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora