Capítulo 2.

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En el patio del convento, las Hermanas están ensayando un canto.La directora del coro es la Hermana Suplicio.Una desafina mal. Se nota que esta nerviosa ¡Si hasta parece que se va a hacer pis!

La Hermana Genoveva murmura por lo bajo con la Hermana Carmela:

Entre una que sufre de pánico escénico y la otra que es sorda... estamos en el horno.

-¡Sorda de un oído, del otro te oí perfectamente!- contesta la Hermana Beatriz llena de rabia.

Pero la Hermana Suplicio quiere que se concentren. Falta ensayo. Si quieren ganar el concurso de canto tienen que ponerse las pilas.

-Síganme a mí- dice la Hermana Beatriz, agrandada.

-Yo me quiero fumar un pucho, ¿podemos dejar las pilas para dentro de un rato?- la Hermana Genoveva la baja de un hondazo, y se arma revuelo.

En eso aparece la Madre Superiora que aplaude para hacerlas callar. Lo logra, porque todas la miran en silencio. Y ella aprovecha para presentarles a la nueva "novicia". Llegó de viaje esta mañana y se va a estar quedando un tiempo...

La Hermana Clara la mira extrañada. No sabe si es la chica que conoció hace un rato u otra persona. Las monjas cruzan miradas curiosas.

-Acérquese, Hermana, por favor- pide impaciente la Madre Superiora.

Y entonces se asoma, Julia, torpe y desencajada; la cofia y el hábito definitivamente no son lo suyo. Ruega que las monjitas no se den cuenta de lo incómoda que está.

Unas hermanitas se acercan a saludarla para darle la bienvenida. Son Suplicio, Nieves y Diana.

Pero hay dos que la miran con franca desconfianza.

Perdón,Madre, pero ¿por qué no estábamos informadas de la llegada de esta novicia? - pregunta una de ellas. No es de las que se quedan calladas.

-Lo comenté hace más de dos meses Hermana Genoveva.

Julia la mira sorprendida. No puede creer que la Madre Superiora haya vuelto a mentir. La ve vacilar antes de nombrarla y entonces decide presentarse ella misma:

-Soy Esperanza... ¡ la Hermana Esperanza!-sentencia con una sonrisa.

-Bueno, para "hermana" todavía falta- le aclara la Madre con cara de "por favor no vayas a meter la pata"-. Por ahora, solo Esperanza.

De pronto una chica entra al convento e interrumpe la presentación.

-¡Yo no sé por qué corcho para entregarte una carta te tienen que mirar las gomas!

-¿Qué pasa,Lola?-la Madre Superiora la mira con ojos de reproche.

-Le juro que la próxima lo emboco, a mí no me importa que venga a traer una carta para el convento, ¡es un desubicado!

Lola le entrega el sobre a la Madre Superiora y la Hermana Clara aprovecha para presentar a Lola y a Esperanza. Parece que Lola les da una mano en el convento con la limpieza, los mandados y... y muchos otros "y".

Mientras tanto la madre superiora termina de leer la carta que trajo Lola. Evidentemente, por su cara, no son buenas noticias. Y sin mayores explicaciones da la orden de que suban todas a la camioneta del convento.                                   

Esperanza ve cómo salen en tropilla y no sabe qué hacer, pero la Hermana Clara no le deja alternativa:

-¡Todas, dijo! ¿No escuchaste?- y la toma del brazo. Solo que esta vez, a diferencia del primer encuentro, Esperanza descubre el brillo de un guiño cómplice en su mirada.

El malón de monjas irrumpe en la empresa de los hermanos Ortiz. Esperanza no entiende nada, pero parece que la familia Ortiz es la que financia parte de las actividades del convento y en la carta les han comunicado que les quitan el subsidio. Por momentos tiene la sensación de que las Hermanas, tan mansitas que parecían, van a hacer un flor de piquete.

-Le digo que el Sr. Máximo no va a volver hoy-le explica una tal Corina por enésima vez.

-¿Y dónde está?- exige la Madre Superiora.

-Eso no se lo puedo decir, Madre- insiste la secretaria.

-A ver permiso. Perdón que me meta, yo estoy recién llegada, pero viéndolo desde afuera, como poder podés, "no querés", que es otra cosa.-A Esperanza le resulta absurdo semejante destrato.

-Tranquila, Esperanza- quiere calmarla Nieves.

-No, no, tranquila las pe...nada-se acerca y lee el nombre de la secretaria- Y Corina, vos también sos cómplice de todo esto.

Tiene razón Esperanza, si es la secretaria, tiene que saber dónde está- afirma la Hermana Clara, que no piensa echarse atrás.

-Lo único que sé es que bajaron a almorzar, pero me están metiendo en un problema.

El problema lo vas a tener si no nos decís dónde come tu jefe hoy- la prepotea Esperanza.

Las monjas la miran atónitas. ¡Se nota que la nueva novicia es una chica con carácter! Un carácter que no está nada mal, piensa la Hermana Clara con admiración.

Finalmente logran que Corina les dé el dato del restaurante y no dudan ni por un instante en plantarse delante de la mesa de Máximo Ortiz. Él no está solo; lo acompañan dos personas más, pero esto no logra intimidar a la Madre Superiora que no tiene ningún problema en decirle:

-"Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña".

-Madre,espere- interviene una mujer vestida a la última moda, claramente la novia de Máximo.

-Usted manténgase al margen, señorita. Esto es entre su novio y el convento.

De pronto el tercer comensal se pone de pie para presentarse. Esperanza no lo puede creer. No puede ser. Mejor se esconde debajo de la cofia. Es el chico lindo del asiento de al lado. ¡Error! Es el chico lindo del cuellito lindo. ¡Error! ¡No es un chico, es un cura! (pero lindo).

Y la está mirando...


Esperanza mía "Nace una historia de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora