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Después de aquella noche en el hospital, su hermano Alejandro por fin estaba en casa nuevamente.

Salió medicado y con indicaciones del doctor de mantener reposo y no hacer actividades que requieran mucho esfuerzo físico.

— Podemos Jugar con el rompecabezas que esta guardado en mi armario— propuso Zac al aburrido Alejandro.

—Esta bien.

Alejandro cree que en este punto, cualquier cosa esta bien.
cualquier cosa que le mantenga la mente alejada de esos pensamientos de su enfermedad que lo sacaban de sus casillas.

Después del arduo trabajo,por fin pudieron terminar aquel rompecabezas de 3000 piezas.
Alejandro se sintió satisfecho, aunque les habían costado mucho tiempo, ver la imagen formada completamente le hacía feliz, pero no se lo diría a Zac.
Quería hacer berrinche un poco más, después de todo es un niño, y los niños merecen jugar fuera de casa, a fútbol con sus amigos de la cuadra o a las escondidas.
o eso es lo que cree, ya que nunca a salido de casa,nunca a sido un niño normal.

— Lo hemos echo bastante bien, ¿no lo crees Alejandro —

Y antes de que pudiera responder, su madre los interrumpió entrando a la habitación del menor .

— La cena esta lista, bajen a lavarse las manos y a comer — con una enorme sonrisa su madre salió de la habitación.

Después de la cena, Alejandro se tomó sus medicamentos.
y se fué a dormir inmediatamente, después de tomarlos venían los efectos secundarios y uno de esos era exceso sueño, es por eso que el médico recomendaba tomarlos por la noche antes de dormir.

Una vez que Zac se aseguro que Alejandro estuviera bien envuelto en sus sabanas,salió de su cuarto.
No sin antes besarle la frente.

—Buenas noches Zac — Escucho gritar a su madre desde la cocina.

— Buenas noches Má — respondió con un grito.

Las horas se le pasaron muy rápido,tanto que no se percato de que ya eran las 3 de la mañana.
agradeció silenciosamente que al día siguiente era Domingo y no tendría actividades escolares.

Incómodo de su posición rodó sobre su cama, y comenzó a recorrer con la mirada su habitación.
estaba tan desordenada, que esperaba que Samanta jamás visitara aquel espacio en su casa.

Samanta,la recordó.
La sonrisa que le regalo a su hermano menor, aquella que ocultaba las ganas que tenía de llorar al verle en ese estado, su apoyo incondicional - no solo con él,si no que con Alejandro también - en ese momento de vulnerabilidad.
No se dió cuenta ni siquiera cuando comenzó a gustarle, solamente sucedió.

sin siquiera planearlo, su corazón comenzó a latir fuertemente desde ese día por ella, la quería para si mismo,  y estaba seguro de que no se perdonaría jamás si algo le llegara a suceder.

La llamo. No sabía ni siquiera para qué,solo lo hizo.

— ¿Zac? — Escucho su voz adormilada.

— Perdón, ¿te desperté?

— No te preocupes, ¿sucedió algo?  — Sonó preocupada.

— No, solo quería hablar con alguien  — Guardo silencio un momento  — Además quería escuchar
tu voz.

Del otro lado de la linea Samanta estaba roja de la vergüenza, así que como es costumbre en ella, no supo que decir.
Zac se aclaró la voz.

— Bueno,yo  — se rasco la nuca— También quería invitarte a salir por la tarde.

la gorda perfecta ||Editando||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora