Era una tarde, lo recuerdo perfectamente porque fue una de las pocas veces que llegó temprano. Ella se acercó a mí y me acarició la mejilla.
― ¿Cuánto tiempo más vas a quedarte en el hotel? ―inquirió sin quitar la mano de mi rostro.
Dudé por un momento, y luego contesté inseguro:
―Quizá un mes y medio. No lo sé. ¿Por qué?
La expresión en su cara no cambió, pero sí la expresión de sus ojos. Ellos me gritaban: ¡Haz dicho algo malo! Pero ni siquiera me dio tiempo de preguntar que había hecho mal; Danna sólo elevó la mano, la estampó contra mi mejilla izquierda y luego salió corriendo.
No llegó a hasta dos horas después de lo acostumbrado. En esos largos minutos se me quitó el ardor del golpe y me puse a pensar en todas las posibilidades. ¿Qué tenía de malo decir que me iba a quedar más tiempo? ¿Ella necesitaba la habitación para alguien más? ¿Le molestaba mí presencia?
Di un salto en cuanto la puerta se cerró de golpe. Me puse de pie, dispuesto a encararla.
― ¿Por ―la voz me salía mientras ella se acercaba con velocidad, quizá a golpearme de nuevo, pensaba― qué...?―y nada. Estaba agarrada de mi nuca, besándome como nadie lo había hecho jamás. Hablando conmigo, diciendo nada, sólo moviendo los labios, sólo haciéndome olvidar lo que era caer, porque de verdad que ya estaba muy alto y no sentía miedo.
La tomé por esa colosal cintura y con el dedo pulgar acariciaba su suave piel. No me despegué de ella ni por un minuto, aunque en momentos sentía que ya no podía respirar y que caería desmayado al instante, pero no, ella me mantuvo vivo y añadiéndome otros tres sentidos más al cuerpo y al alma.
Sentí sus manos veloces desabrochar los botones de mi camisa, me dejó sin ella y comenzó a deshacerse de mis pantalones, entonces me hizo preguntarme, ¿Es esto real o ella sólo esta ebria de nuevo?
Mi lengua paseó por su boca, no había sabor alguno de alcohol.
Mis manos ya no respondían a mis órdenes; actuaban por instinto. De un momento a otro la vi allí, para mí; desnuda, hermosa, celestial, mía, feliz, con esos ojos tan suyos, brillando a la par de la luz que se colaba por las cortinas.
Las diez yemas de los dedos no me alcanzaban para recorrerla entera, su piel morena era infinita; así que decidí contarle cada poro de la piel con la lengua, y Danna sólo me miraba, o a veces entreabría los labios y soltaba un gritillo de júbilo tan suave y melodioso que me hacía sudar un poco más.
No memoricé cada detalle... pero si sé, con seguridad, que en ese momento nos pudimos amar. Que eso no fue sólo un impulso carnal. Sé que ella me miraba a los ojos, y que ellos eran una llave... una llave que llave me abrió. Abrió una puerta tan pequeña que no sabía que estaba allí. La puerta era de un color nuevo, y salió de allí un sentimiento que nunca había experimentado, y que no volví a sentir. El sentimiento se quedó en ella. Con ella.
Toqué la luna, la galaxia, una estrella fugaz. Supe que las maravillas de la vida sólo ocurren una vez... y que yo pude recibirla; fue Danna. Es una lástima que las maravillas duren tan poco.
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Ella
RomantizmExisten personas que están destinadas a encontrarse sin realmente haberse deseado. Ella era una de esas personas para mí. Cuando la vi fue blanco y a la vez fue negro. Fue ese tipo de sensación de haber vivido mis mejores años a su lado, aun cuando...