...Prometo vivir.

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Después de las palabras que intercambiaron al llegar a la cabaña el ambiente se tornó en un silencio sepulcral. Se limitaron a hablar solo para lo estrictamente necesario, establecieron una rutina en menos de una semana, Italia se encargaba de preparar los alimentos, y el aseo de la cabaña, Arturo se limitaba a comer lo que Italia cocinaba, además de la comida chatarra que tenían en la alacena y mantener encendida la fogata con la madera que traían todas las mañanas.

El comportamiento fuerte de él se esfumó después de la primera noche, y aunque compartían cama dormían en los extremos sin cruzar palabra, más de una vez Arturo deseó tener una botella de cualquier tipo de alcohol para acompañar sus penas, pero si le decía a Italia que iría por ella a la tienda del pueblo seguro se negaba a dejarlo salir.

Los sufrimientos del corazón, son golpes en el alma. Estaba tan lastimado que se limitó a quitarse el traje ponerse la pijama y dormir, esperando despertar con la vida resuelta y el corazón sano.

Italia vivía con el portátil encendido y sus manos en las teclas, pero con la mente en Arturo, actuando como si realmente no le importara pero por dentro se estaba volviendo loca, solo quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero...

¿Todo estaría bien?

Después una semana viviendo en la cabaña, sin contacto con nadie, Italia no pudo más con el comportamiento deprimente de Arturo y sus silencios acumulados.

-Ponte la chamarra que vamos a salir- le arrojo una chamarra color café bastante gruesa, pues el clima era frío y un suéter de franela no era suficiente.

-¿Dónde vamos?- Arturo ni siquiera se movió del sofá al hablar.

-a solucionar... esto- dijo señalándolo a él, el sillón con mantas y las envolturas de comida chatarra que se habían acumulado alrededor de él. -muévete que aunque sea arrastrando sacare tu trasero de ese sillón y a ti de esta cabaña-

-No quiero ir a ninguna parte-

-No te pregunte si querías, mueve el trasero- comenzó a acercarse al amenazante - ponte esa escupida chamarra y salgamos de aquí-

Arturo murmuro quejidos entre dientes mientras se ponía la chamarra y siguió a Italia fuera de la cabaña.

Después de unos minutos caminando Arturo comenzó a sentir frío, pues a seguía vestido con la pijama que se puso la primera noche y a excepción de la chamarra nada lo ayudaba a abrigarse.

-¿Dónde vamos?-

-tú solo camina, ya casi llegamos-

En menos de cinco minutos llegaron a un pequeño claro entre los arboles lleno de troncos cortados, un pequeño almacén, mas troncos por cortar y un hacha.

-llevan madera todos los días Italia, no necesitamos más-

Pero la castaña no lo escucho se limitó a poner un tronco y a darle el hacha en sus manos.

-¿Qué se supone que significa esto? ¿Por qué no simplemente me dejas en paz mientras tu escribes tu estúpido libro y yo me ahogó en mi miseria?-

-¿por qué? Te voy a decir porque, PORQUE TIENES QUE SEGUIR CON TU VIDA- comenzó a gritar - porque si, te dejaron plantado en el altar ¿yo? ¿DEJARÁS QUE TU VIDA SE REDUZCA A ESO?... ¡SUPERALO MALDITA SEA! NO SERAS NI EL PRIMERO NI EL ULTIMO QUE PLATEN EN EL ALTAR, ASÍ QUE CORTA LA MALDITA MADERA PENSANDO QUE ES SU CABEZA, Y DEJA DE LAMENTAR LO QUE NO FUE, ¡MUEVE TUS MALDITAS MANOS Y PARTELE LA CARA!-

Y eso hizo, primero lento y en silencio, después del tercer tronco con gritos y a maldiciones al aire, rompiendo con más fuerza y rapidez los troncos hasta que termino en el suelo derrotado y llorando.

Derrumbando todas las barreras y quitando su armadura, Italia por fin lo abrazo, quizá fueron segundos, minutos o quizá horas las que estuvieron sentados abrazados, nadie sabe cuánto tiempo se necesita abrazar a alguien para volver a unir las piezas rotas.

-aquí queda todo- Italia comenzó a limpiarle las lágrimas del rostro- ella no merece más tu sufrimiento, hay muchas cosas que puedes hacer para dejar de pensar en ella y continuar Arturo- lo miro a los ojos- te mereces sanar y continuar-

Él solo la miro en silencio y se puso de pie, tomo un poco de madera y volvieron a la cabaña. Italia cerró el portátil esa noche y la dedicó a hablar y escuchar a Arturo.

Hasta quedarse dormida junto a él.

-por cierto, no creo que tu libro sea estúpido- beso su frente y durmió también.






Historia escrita por una disléxica.

Para las personas sensibles a las falta de ortografía: no soy ignorante ni tonta, soy DISLÉXICA.

GRACIAS por darle una oportunidad a mi historia, actualizo todos los días.

Si quieres recomendarme tu historia, dejarme una opinión o solo comentar, estaré feliz de responder.

Buena vida lectores fantasma.

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