El problema de quienes quieren solucionar los problemas anteriores

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La mañana de ese sábado, el silencio fue interrumpido por la vibración de varios teléfonos. Temprano, cerca de las siete y media de la mañana.

Gokudera agarró el aparato, que vibraba como poseído, y estaba dispuesto a asesinar a quien estuviese del otro lado.... hasta que vio quién era. ¡Un mensaje de Tsuna! ¡Y decía que lo necesitaba! ¡Qué alegría haberse despertado!

A Yamamoto le advirtió su padre: su teléfono estaba a punto de caerse, y brillaba. Él, riendo, le explicó que le había llegado un mensaje. Y dudó ante el pedido de auxilio de su jefe. Miró a su papá, y las pilas de ingredientes por hacer. Le había prometido a su padre ayudarlo ese sábado, y tras saber que no le quedaban diez años de vida a su padre, se resentía un poco de dejarlo. Pero.... también entendía lo que Tsuna le pedía. Su papá, al verlo tan dubitativo, le dijo que fuera. ¡Pasarían el domingo haciendo sushi y jugando baseball, después de todo! El morocho, sonriendo, le agradeció al Cielo por millonésima vez, el padre que tenía. 

Kyoko le entregó el celular a Ryohei, que lo había dejado cargando en la cocina, para ir a hacer unas mil flexiones  de "calentamiento" en el living, la habitación más amplia de la casa. El peliblanco miró el celular, miró  a su hermana, y tuvo que llamar a su hombre de más confianza en el club de boxeo para anunciarle que, una vez más, le había surgido un inconveniente, y ese día no estaría con ellos. 

Chrome miró fijamente el celular que Reborn le había comprado. Mukuro rió al verla tan concentrada, y Fran se acercó a ella.

-¿No vas a contestar?
-¿EH? Etto... yo....

Tras muchas vueltas, confesó que no sabía usar el aparato, que era muy nuevo, y tenía muchas funciones que ella desconocía. Mukuro tomó el celular, y miró el contenido. Tras pensarlo un poco, le dijo a Chrome de lo que trataba el mensaje, y le preguntó si quería que ayudasen. Ella, muy segura, le dijo que no quería que Mukuro-sama se esforzase si no lo deseaba, pero ella lo haría. ¡Definitivamente!

-Kufufufu, ese pequeño mafioso tiene valor para usar mi juguete sin mi permiso. Está bien, jugaremos esta vez.

Fran se quejó. Sabía que ese "mos" lo incluía. Y no le gustaba la idea de trabajar para quien había sido su enemigo unas semanas antes. Aunque si el hada de las piñas le daba una orden, no podía llevarle la contraria. Así que él también ayudaría. 



Y, por último, vibró el celular de Haru Miura, que se estaba levantando, con su pelo hecho, literalmente, un nido donde dos de esos canarios parlantes estaban durmiendo. Miró el celular, extrañada de recibir mensajes a sólo las ocho y media de la mañana, y al ver que era una llamada de Tsuna, empezó a preocuparse.

-¡Haru! ¡Buenos días!

-¡Buenos días, Tsuna-san!- el notarlo tan entusiasta, despierto y feliz, quedó confundida- ¿Pasa algo?

-¿Recuerdas la promesa que te hice en el futuro, Haru? ¿Que cuando todo esto terminase, iríamos al parque?

-¡Hahi! ¿Tsuna-san aún lo recuerda?

-¡Por supuesto que si! Oye, ¿sabes? El parque de Kokuyo Land abrirá hoy. ¿Lo conoces?

-¡Hahi! ¡Haru solía ir allí de pequeña!

-¿Quieres que vayamos?...¿Juntos?

-¿Tsuna-san no llevará al pequeño Lambo?

-Iremos maña al otro parque de Namimori con I-Pin, Lambo, Bianchi y papá. Así que quise aprovechar de ir contigo hoy a Kokuyo.....

-Em... ¿A qué hora iremos?

-Pasaré a buscarte a las diez, ¿estaría bien?

Haru lo pensó delicadamente. Pero su reunión con Nami-chu era a las cinco de la tarde, así que estaba bien. Tenía tiempo para las dos cosas. Y gracias a los mensajes de su amigo la noche anterior, la sonrisa que mostraba en el espejo, podría engañar a Tsuna. 

-¡Claro, Tsuna-san! ¡Nos vemos en unas horas!

-¡C-Claro, Haru!

A Tsuna cortar la conversación ahí, le generó pánico. ¿¡HARU NO SE HABÍA DADO CUENTA QUE SALDRÍAN EN UNA CITA?! ¿¿ÉL estaba más nervioso que ella?? Eso sonaba a sueño  raro. 

Pero, en fin, ¡No tenía tiempo para pensar en eso! ¡A bañarse! ¿Y qué ropa se ponía?... ¡¡AHH, ÉL QUERÍA QUE SU PRIMERA CITA FUESE CON KYOKO-CHAN!!..... Aunque se consolaba pensando que aún era alrededor de ciento cincuenta años más joven de lo que esperaba tener su primera cita.....¡¡AHH!! Estaba muy nervioso, y sus tres asesores de imagen (Reborn, Bianchi y su madre) no lo ayudaban demasiado con eso. 

Salió de su casa con un suspiro y un ¡Nos vemos luego!; y mientras corría a la casa de Haru, se preguntaba si el "equipo de campo" estaría listo. Quizás lo tranquilizaba y quizás lo inquietaba que quien dirigiese toda la operación fuera Reborn. 


Y mientras él llegaba, y se quedaba embobado algunos minutos al verla vestida, y maquillada; pedían un taxi, y se dirigían a la zona en un incómodo silencio, repasemos a los dos equipos que Tsuna había puesto en acción. "Kokuyo", y "De campo".

El único guardián que no participaba de esa movida, era Hibari, porque hasta Lambo le había ayudado a Tsuna diciéndole cuáles eran los dulces que Haru prefería. Y, al igual que I-Pin y Kyoko, habían señalado las dulcerías y pastelerías donde podían comprarlos. De eso se había encargado el "equipo de campo".

Los Kokuyo, junto con la máquina que Verde había creado y perfeccionado, se habían encargado de hacer que el parque reviviese por completo. Nono, y hasta Iemitsu había brindado ilusionistas, pero el parque realmente, sólo se mantenía en pie gracias a Mukuro, Chrome y Fran. Y volvía a tenerlo todo: el zoológico, el cine, y las atracciones; el patio de comida, el laberinto de espejos, y la sala de juegos de vídeo. Sólo faltaba una cosa.

Al bajarse, tanto Tsuna como Haru estaban maravillados. Ella  lo arrastró corriendo a la zona de boletos, donde estaban Gokudera y Yamamoto, con el uniforme del parque. Justo el peliplata se quejaba de lo ridículos que se veían, y lo incómodo que era usarlo. 

Haru se quedo viendo, sorprendida. Pero asumió que era un trabajo a tiempo parcial, así que le preguntó cuánto estaba la entrada. Ella iba a pagar la propia. Quedó sorprendida ante las risas de Yamamoto.

-No, Haru-chan. El parque está abierto para ustedes a pedido de Tsuna. No vamos a cobrarles entradas. 

Ella se ruborizó hasta las orejas, y miró a Tsuna, que también se había ruborizado detrás de ella. Él dió unos pasos más hacia la puerta, y le ofreció la mano. 

-Este será un día que dedicaré a tí, Haru. ¿Quieres venir?

Haru sintió acelerársele el corazón al punto que le dolió el pecho, y aceptó con un grito de euforia.

-¡CLARO!

La perfecta chica imperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora