Kurt arrugó la nariz en un gesto de asco. El lugar era totalmente desagradable, las paredes estaban mohosas y sucias, las luces parpadeaban debido al mal funcionamiento, el piso estaba machado de sangre y aceite y todo a su alrededor apestaba a vómito y demás fluidos.
Suspiró agotado. Él día apenas comenzaba.
-Vamos Benn, déjate de estupideces y dinos de una vez a quién le vendiste la mercancía.-ordenó Franko uno de los tantos trabajadores de Don Anderson, sonreía engreído y sostenía en su mano derecha unos cuantos dedos recién arrancados del hombre que se retorcía luchando contra los amarres en una silla.
- Je jure que je n'exagère pas.-exclamó el individuo en estado de desesperación. Lágrimas corrían por sus ojos hinchados manchados de sangre. Se atragantó con su estridente llanto y en medio de sollozos y gritos, vomitó violentamente. Kurt se alejó unos cuantos pasos con un gesto de asco y le dedicó a Franko una mirada molesta.
-¿Lo ves novato? Es por esto que no arrancamos tantos dedos de una sola vez.-lo regañó. El hombre bajó la mirada de manera respetuosa y asintió disculpándose hacia el castaño.
-Lo siento, Sr. Hummel, creí que hablaría más pronto.-murmuró en voz baja. Kurt rodó los ojos, francamente odiaba acompañar en misiones a los novatos, siempre se sentían tan llenos de poder que olvidaban todo y se limitaban a comportarse como jodidos dioses. Pero lamentablemente aquí tenía que estar, un domingo por la mañana, encerrado en una antigua tintorería subterránea con un hombre mutilado en vida y otro con delirios de grandeza.
-¿Quieres hacerlo hablar?.-preguntó Kurt dirigiéndose a Franko y después al francés.- Hey, tú, tengo un arma, seis balas y una pala en mi coche, o me dices a quien mierda le diste nuestras cosas o tomaré la pala te la meteré por el culo y luego te dispararé en los lugares correctos para que tengas una muerte traumatizante, larga y muy muy dolorosa.-amenazó mirando directo al rostro pálido del tembloroso hombre. Así funcionaba esto, el miedo era el lenguaje universal de la mafia. Aun si este individuo hablaba francés y no entendía un coño de lo que le estaban diciendo, con tan solo ver la cara seria de Kurt, sus ojos penetrantes llenos de sadismo, la sonrisa macabra, burlona extendiéndose por su rostro, se daría cuenta de que era mejor hablar porque ese hombre era capaz de asesinarlo.
-¡Je crois que Morielli pourra te dire que je suis innocent!.-intentó el hombre de nuevo. Kurt rodó los ojos y sacó un revolver de su bolsillo trasero. Con toda la calma del mundo sacó unas balas de su chaleco y comenzó a acomodarlas en el arma ante la mirada desesperada del francés.
-¿Lo quieres difícil entonces?-preguntó cargando el arma y mirando expectante al hombre. Este permaneció en silencio, temblando fuertemente y al borde del desmayo. Kurt empezó a contar.
Uno.
Dos.
...Tres.
El hombre soltó un grito aterrador colmado de dolor. Franko observó con ojos abiertos de par en par, el muslo del francés chorrear sangre a borbotones y luego al Sr. Hummel bajar su arma y mirar intensamente al hombre quien gritaba y sollozaba desgarradoramente.
-Esa es la primera, ¿Te gustaría otra?.-preguntó sarcástico. Su mirada altanera caló profundo en los otros dos hombre en la habitación causándoles un miedo indescriptible.
-¡Je vous ai dit que je suis innocente! ¡JE SUIS INNOCENTE!.-lloró.
-¿Tienes idea de lo que está diciendo?.-preguntó Franko mirando confundido a Kurt. El castaño frunció el ceño sacando su celular vibrando con una llamada entrante, sus cejas se arquearon y le hizo un gesto a Franko.
-Solo cortale otro dedo.-ordenó distraídamente alejándose al otro extremo de la habitación para contestar la llamada.-¿Hola?-murmuró bajito.
-Hola, guapo.-contestaron del otro lado de la línea. Kurt miró hacia atrás donde Franko le daba una mirada expectante mientras tomaba las pinzas y dejaba los dedos en el piso.
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The one left standing.
FanfictionMafia!Klaine. Ellos se aman y sus mundos giran al rededor del otro. Son como cualquier otra pareja que puedas encontrar en la calle. Que importa si en sus bolsillos hay armas y cadáveres en sus patios traseros, la mafia no tiene nada que ver con su...