Aquello que nunca te dije...©

Agosto 6, 2015

Agosto 6, 2015

A mi sicario:

Te contaré del día que por primera vez me fijé en ti, quizás a ti ni te interese, pero déjame decirte que ese fue el día en que inconscientemente inició nuestra divertida partida.

Solías salir con tus amigos fingiendo ser alguien que no eras, encantador con tu sonrisa y tu falsa franca mirada. Te vi ahí por vez primera, con un balón en la mano, con tus hermosas manos acariciando aquel bolillo extraño que muchos persiguen al lanzar. Te vi tan varonil con el sol radiante en tu piel tostada, en tu piel canela que en la intimidad de tu recamara yo lengüeteaba para llenarme cada vez más de ti. Aun recuerdo aquellos músculos exquisitamente tonificados que en realidad no eran nada, no servían más que para llenar mis manos cada vez que mis uñas te arañaban por tus impulsos y tus insaciables ganas que decías tener de mi. Recuerdo que ese día me miraste al ver que yo también lo hacia.

De haber sabido aquel día que tú y yo compartiríamos una vida, que se escribirían miles de canciones de nuestra triste historia, que yo me marcaría toda la vida de ti, que te llevaría en la piel hasta la muerte, que te vería en él hasta el último día de mi vida y que Dios se reiría de mi, yo me habría burlado de las insinuaciones del destino y lo hubiera desafiado. Tal vez así no hubiera perdido.

En mi pasado, en otro tiempo donde el amor era puro y sincero recuerdo haber estado en otra cama, cubriéndome el frío y empapándome de su olor. Recuerdo haber sentido un lleno total en mi corazón y dormir a medias por no perder ningún minuto de aquel preciado tiempo de estar entre sus sabanas blancas, de pasar la noche en la intimidad de su cama. Recuerdo haber vivido todo esto enamorada, todo antes de ti.
Contigo aprendí que jamás tendría algo de eso, solamente tendría tus sabanas mojadas en horas contadas. Solamente tendría tu olor afrodisíaco a la hora de hacer el amor, se impregnaría en mi piel y se iría con el agua fría de la regadera para borrar toda huella de pecado.

Yo no olvido que fuiste tú quien preguntó hasta cuando duraría, yo te dije que no sabía, tu respondiste que para siempre.

Ahí te dejo tu para siempre de pocos meses.