•Capítulo 4

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Salimos a la calle entre algunos empujones y Justin tiene que agarrarme de la muñeca para no dejarme atrás.

Una vez conseguimos llegar a las afueras del teatro, nos apartamos para caminar calle abajo.

- Y bien, ¿qué te ha parecido?- dice Justin. Me suelta la muñeca y pasa su brazo por mis hombros.

-¿Tengo que tragarme el orgullo y decir la verdad?

Me muerdo el labio inferior y Justin mira hacia abajo para verme, ya que soy más bajita que él.

-Estaría bien que lo hicieras- mira mi labio rojo que acabo de morder y sonríe sabiendo que me cuesta aceptar la verdad y retractarme.

-Vale, sí. ¡Ha sido una pasada! ¿Cómo puede ser Roger tan imbécil para ocultar algo que ya está en boca de todo el mundo? ¡Pobre Rose!

Carcajea.

-Además, creo que esa melodía de violonchelo me ha enamorado. Mi primer sueldo si algún día consigo trabajo será para ir a un recital de la Universidad Juilliard- sonrío.

-Bueno, soñadora. ¿A dónde quieres ir?

-A estas horas hay poco abierto, ¿qué tal si vamos a mi casa y hacemos chocolate caliente? Esta a unos veinte minutos.

Justin aún no ha pisado mi casa y yo la suya tampoco, pero de verdad que me apetece estar sentada en el sofá con una buena manta y un chocolate con nata por encima.

-Oh, ¿no crees que vas un poco rápido?- se para y me separo de él para seguir andando.

-Lo siento que este usted tan necesitado para pensar en sexo cuando mencioné chocolate a la taza y nada más- río. Justin se encamina a mi lado de nuevo y me meto las manos en los bolsillos para calentarlas un poco.

-Bobadas, ______. Me refería al chocolate, ese es un gran paso para una amistad.

-Deberían de haberte metido en un campamento para la investigación de personas tan imbéciles como tú- río.

Media hora después entramos por la puerta de mi edificio. No es el más moderno de toda la ciudad, pero tampoco el más viejo.

Pasamos por la puerta grande de cristal antibalas y barrotes negros, para andar sobre las baldosas color crema. Hay unos cuantos sillones blancos, mesas blancas y plantas decorativas. Y como no, un espejo. Nunca he ido a un edificio de ésta ciudad que no tenga algún espejo en la entrada, debe de ser una tradición o algo. A quién le importa.

-¿Qué te parece si mañana por la mañana te invito a comer a mi casa y conoces a alguien muy especial para mí?- dice Justin con una tímida sonrisa.

-¿No trabajas mañana? Oh, Bieber, por tu bien espero que no sea nada asqueroso. La última vez que mi prima me dijo eso cuando fui a visitarla acabé con una rata de laboratorio en mi hombro y afónica- le apunto con el dedo mientras las puertas del ascensor se abren.

Entramos mientras Justin carcajea - Mañana tengo el día libre y pasado también. y al otro. Me han despedido por una puñetera trifulca con un vecino- su tono de voz se va apagando hasta ser solo un murmullo y agacha la cabeza, como pareciendo avergonzado.

-Eh, Justin. Lo siento mucho, de verdad. Cuéntame, ¿qué ha pasado?- le froto la espalda y el ascensor se detiene en el segundo piso. Salimos y me encamino al 2ºB.

Sé como debe sentirse, yo misma ahora mismo estoy sin trabajo y alguna que otra vez he tenido que pedir dinero a mis tíos para pagar la factura del agua o de la luz, que últimamente suben el precio por las nubes. Digamos que llevo tiempo sin hablarme con mis padres por varios motivos, por eso no recurro a ellos, y no me queda más remedio que intentar sobrevivir pagando el alquiler y miles de cosas más sin un trabajo.

Night's light {Justin Bieber} PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora