¡Hola a todos nuevamente! Lamento muchísimo mi demora pero me alegro de haber finalmente terminado este capítulo :3 ¡Espero que les guste!
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No fue necesario el buscarle por mucho tiempo.
A las afueras del recinto encontró su cuerpo delgado recostado sobre el pasto húmedo, mirando hacia más allá de los límites de la ciudad. Las briznas crujieron bajo el peso de sus torpes pies, temblorosos, mientras intentaba acercarse sigilosamente. ¿Por qué siquiera estaba caminando a un paso ridículamente lento? Se preguntó a sí mismo aquello y sonrió para bajar la tensión del momento, aunque en el interior sabía perfectamente el motivo de su actitud extremadamente precavida. No quería verlo de nuevo en ese estado iracundo porque no sabría cómo manejarlo.
Los escalofríos que recorrieron su espalda hicieron que su sonrisa temblase un poco. Y su oído agudizado al captar la voz baja de Yuki murmurar, hizo que su otrora mueca para hacerse ánimos terminara quebrándose por completo.
—¿Por qué? ¿Por qué? Yo... escenario y... No entiendo —de espaldas a él, Yuki pareció inadvertir su presencia. Hablaba rápido pero sin elevar la voz, combinando ambos lenguajes— Miedo. Miedo, miedo, miedo, miedo. Ayúdame, ayúdame, ayúda...
—Yuki —su voz cortó de inmediato la voz baja del rubio, pero éste no dio mayores señales de haberle oído— ¿Puedes levantarte?
No le iba a preguntar cómo estaba porque sabía que la respuesta sería desalentadora. Lo único que importaba de forma inmediata era sacarlo de allí antes de que lo llenasen de preguntas que podrían incomodarle.
Porque definitivamente algo sucedía con él. Ninguna de sus palabras susurradas al viento parecían tener algún tipo de lógica propiamente tal, y (otro escalofrío le recorrió el cuerpo de punta a punta) realmente le asustaba aquello.
Tal vez la gente tenía razón. Tal vez era mejor no entrometerse con alguien tan raro como él.
—Claro que puedo pararme —respondió al fin, con un tono ligeramente molesto mientras su postura corporal se tensaba al máximo.
Y a pesar de sus reacciones, de su rareza, de su misterio... era aquello precisamente que lo había unido de forma irremediable a él. Sacudió de su mente esos pensamientos disuasivos que poca o nada fuerza tenían, e intentó enfocarse en el presente, en la realidad.
La realidad era que...
—¡Eh, Yuki! —¿Acaso ya se había recuperado por completo? El aparentemente recobrado japonés se detuvo abruptamente de la carrera que había emprendido sin que William se diese cuenta. Vaya que era rápido cuando quería— No me digas que volverás allá a enfrentarte a ese jurado luego de huir frente a todos...
No quiso sonar despectivo, pero su entonación le traicionó por completo. Molesto consigo mismo, esperó impaciente la respuesta del aludido. Sus manos se tensaron.
—Tú... —un escaso silencio (que se sintió como horas, días, meses, eternidad según la percepción de William)— ¿Escuchaste... lo que murmuré antes?
—No —mintió raudamente.
Una pequeña risa salió de los labios de Yuki. Ligera, tan suave que parecía haber sido un sueño. William luchó contra los impulsos de llevar una mano hacia la opresión agridulce de su pecho.
Las mentiras y la risa más dulce provocaban extraños estragos en su ser.
—William —su voz, su dulce voz estaba llamándolo, pero con un tono tan frío que ni siquiera logró pestañear. Yuki giró su cabeza lentamente hasta verlo apenas por encima de su hombro izquierdo, y levantando sus cejas, entonó de forma pausada, moviendo sus labios carmesíes— Men-ti-ro-so.
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Pandora's Box (Gay)
Teen FictionNo es fácil recomenzar tu vida en otro país, menos si la gente que te rodea te critica por cada una de las cosas que haces o dejas de hacer... Y menos aún si tienes DID, o mejor conocido como Trastorno de Personalidad Múltiple. Yuki lo sabe más que...