Los días pasaron muy rápidamente, entre estudiar y preocuparme por mi no-cita con Theo -y Frankie-, fue como dormir una siesta y despertar dos días más tarde. Mi tía lucía más ansiosa que yo, sabiendo que esta era la primera vez que salía con un chico -o con alguien en general- desde... desde hace ya tres años.
Admito que tuve mucho tiempo para dedicarme a mis estudios, y me siento orgulloso al pensar en la beca universitaria que conseguí mediante mis calificaciones; pero de algún modo creía que toda esta cosa de gustarme alguien sería más difícil, y me rehúso a pensar siquiera que lo peor vendrá, porque si eso es engañarme, quiero vivir engañado por cuánto tiempo sea necesario.
El sábado por la mañana me encuentro en mi cuarto, escuchando a Hinder sonando quedamente por los audífonos del viejo walk-man que había encontrado aquí en el ático antes de apartar las cajas de cosas inútiles para establecer mi habitación. No quiero ni pensar en la letra de la canción, no ahora, no hoy, no con Theo aún estancado en mi cabeza. No sé qué me sucedió, desde el momento en que lo vi en la tienda de comestibles, cuando nuestras miradas se encontraron, hasta la extraña visita que me hizo el otro día, cambiando tontamente mi punto de vista hacia el estúpido regalo de navidad de la tía Helen.
Sé que todo puede lucir algo apresurado, pero hay personas que creen en el amor a primera vista, y yo solo quiero ignorarlo por el hecho de lo que oculta eso acerca de mis sentimientos sobre Theo. Que aún ni yo mismo soy capaz de comprender.
Me paso toda la mañana allí, solo escuchando canciones y dejando pasar el tiempo. El almuerzo llega y pasa, y cuando me doy cuenta, ya son las 3:45 p.m. y aún tengo puesto mi ropa de dormir, con la que anduve todo el día. Corro a mi pequeño armario y tomo unos jeans negros y una camisa azul, entonces oigo el timbre de la casa y bajo las escaleras con las deportivas aún en la mano, anudándolas a medida que avanzo apresuradamente por el pasillo hacia la puerta principal. Doy un vistazo rápido al espejo en el recibidor y acomodo mi desordenado cabello pasando mis dedos por él, sin lograr mucho. Sin más, abro la puerta, y allí esta, sonrisa, ojos castaños, y una camiseta desteñida de The Strokes, no puede ser mejor. A su lado está la famosa Frankie, con sus ojos verdes gigantes, su pelo rojo recogido en un moño en la cima de su cabeza, y una camiseta con falda y pantimedias negras. Theo tiene las mejillas rojas por el frío, haciéndolo lucir adorable, más los hoyuelos.
-Hola -es todo lo que digo.
Sin duda estar ante ellos dos me pone más nervioso que lo que había imaginado, y un poco tenso, también.
-Hola -saluda Theo en respuesta, extendiendo la mano para estrecharla, lo cual hago y, luego de sentir su mano fría, dejo caer la mía de vuelta a mi costado con un estremecimiento, que no tiene que ver con el frío.
-Hola, Addam, cuánto tiempo sin vernos -esta vez es Frankie quien saluda. Me toma por sorpresa la familiaridad con la que se dirige a mí, siquiera cuando compartíamos clases hablábamos mucho, tal vez nada, incluso.
-Hola -es todo lo que logro decir, en cambio.
- ¿Estás listo para irnos? -pregunta Theo, señalando con un movimiento de su cabeza hacia la camioneta que se encuentra aparcada en el bordillo.
-Claro, vámonos -respondo para luego tomar mi abrigo del perchero en el recibidor.
Los tres nos adentramos en la camioneta, que luce más espaciosa por dentro, tal vez por la falta de desorden y basura apilada tan habitual en el viejo Toyota de mi tía.
Al principio estamos en silencio, hasta que Frankie se inclina hacia el salpicadero y enciende la radio, dejándola en una estación de rock clásico. Seguimos sin decir nada hasta que llegamos a la avenida, y finalmente a la tienda. Bajamos del auto y caminamos a través del estacionamiento hacia el interior de la tienda. Tengo que decir que en realidad es de muy buen gusto, no sólo tiene un estilo, sino que es como varios combinados, pero logrando algo novedoso. Es emocionante.
Avanzamos a través de los distintos pasillos de distintos géneros de música cada uno. Siento a alguien tomarme del brazo, y sé que es Frankie porque veo su brillante pelo rojo por el rabillo del ojo.
-Así que, Addam -dice-, ¿qué has estado haciendo últimamente?
-Estudiar -respondí simplemente. No quería admitírmelo, pero su confianza me está incomodando, tal vez, un poco.
- ¿Vas a la universidad?
-Sí, es mi segundo semestre.
-Debe ser emocionante, ya sabes, ir a otro estado y todo eso.
-Algo así. ¿Tú no estudias?
-Me tomé un descanso, ¿sabes?. Los estudios nunca fueron mi fuerte, y prefiero pasar el tiempo enfocándome en las cosas que se me dan bien. Tal vez vaya el siguiente semestre, tal vez no. No lo sé. A mis padres no les importa, la estrella en la familia es Theo, ¿no es así? -preguntó pateando la parte trasera de la rodilla del mismo, que se había detenido frente a nosotros para observar algunos discos. Ver su sonrisa causó que un hormigueo despierte en mi estómago.
-No lo sé -fue su respuesta-. Pero definitivamente no eres la más brillante de todas.
La relación con cualquier miembro de mi familia siempre ha sido un poco formal, estricta, basada más bien en el respeto que en otra cosa. Digo esto por las bromas que intercambian Theo y Frankie; parecen un poco crueles, pero puedo ver que están acostumbrados y cómodos con eso por la forma en la que sus sonrisas nunca se desvanecen de sus rostros, y las risas espontáneas que suelen dar como respuesta.
Continuamos recorriendo la tienda, deteniéndonos cuando veíamos algo que nos gustara. Cada vez nos acercábamos más al mostrador para pagar por unos cuantos discos que tomamos durante nuestro camino.
El hecho de que el único contacto que tuve hoy con Theo fue por medio de Frankie era lo que más nervioso me ponía. Cuando al levantar la mirada me encontraba con la suya, uno de los dos la apartábamos rápidamente, y lo mismo sucedía cuando era yo el que lo observaba a él; eran los momentos que más me desconcertaban, ya que él no me hablaba directamente, sino que hacía preguntas dirigidas a Frankie y a mí, o hacía algún comentario sobre algunas bandas que conocía que se hallaban entre los muchos discos dispuestos en la tienda.
Cuando ya no podíamos retrasar nuestra salida, nos acercamos al mostrador, y fue allí cuando vi a Jesse detrás de la caja registradora.
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The Hardest Way
Teen Fiction¿Qué harías si el mundo piensa que lo que tú eres está mal? Addam es un chico de 19 años que lucha cada día con los demonios de su pasado: los recuerdos de un padre que lo abandonó y las personas que lo rechazaron y discriminaron a través de los año...