A veces no pensamos que todo llega a su fin, que puede que el final de nuestra historia esté a la vuelta de la esquina.
Habían pasado dos horas desde que me llevaron a quirófano de urgencias a causa de una abertura en mi cicatriz. Todo había salido bien, pero el esternón estaba dañado. El esternón es un hueso que tenemos en el pecho, que tuvieron que abrir el día de mi operación para poder llegar al corazón. El único problema que tenía, era que tendría que comenzar a comer y a andar más tarde, y por supuesto, unos cuantos días más en la UCI.
Volví a abrir los ojos, como el primer día. La misma sensación. Todo se repetía. Al abrir por completo los ojos y estar totalmente consciente, sonreí a mi madre y le dije que todo estaba bien. No me sentía mareada, aunque si un poco cansada. También estaba Antonio, con una sonrisa de oreja a oreja. Esperó a que todos se fuesen para hablar conmigo.
-Vaya susto me has dado Ale, eres tonta. Qué mal lo he pasado. Cuando vi que no respondías a mis gritos y que no tenías los ojos abiertos, pensé que te habías ido. - La sonrisa se le había borrado desde que había comenzado a hablar. Lo había pasado mal, lo sentía en sus ojos, estaban llenos de lágrimas.
-No llores, no ha pasado nada, estoy bien. -Me acercó su mano y yo apoyé la mía en la suya. - Muchas gracias, sin ti no sé que habría pasado.
-No me las des, nunca. ¿Sabes qué? Mañana me pasan a planta, tengo muchas ganas. - ¿Cómo? ¿Qué se iba a planta? ¿Me va a dejar sola aquí? No me lo puedo creer. Lo que me faltaba.
-Me alegro mucho. -Le sonreí de la manera que pude, y se dio cuenta de que mi sonrisa era forzada.
-Oye, me voy. Pero a los dos días te veré. Dentro de dos días te pasan a planta, y he conseguido que sea a la habitación de al lado, habitación 7 para la señorita.
-¿Enserio? ¿En dos días? ¿Cómo lo sabes? - Joder, mi felicidad no podía ser mayor. 2 días. Tan solo dos días para irme de esa habitación oscura, a la que Antonio y yo llamábamos el infierno. - Habitación número 7, es mi número favorito.
-Me alegro Ale, ahora descansa. Me llevarán ahora a hacer ejercicios de piernas, para poder andar cuando esté en planta. No me eches mucho de menos. - Sonrió y me guiñó un ojo. Que capacidad tiene para hacerlo todo tan fácil. No le importa nada, o por lo menos, es lo que intenta aparentar. Creo que Antonio tiene esa capa de fuerte y gracioso por fuera, pero por dentro está destrozado. El problema es que yo no sé fingir, y se me nota desde lejos que no me gusta nada esta situación. Me encantaría ser como él y engañar a la gente con que todo está bien.
Me tapé con la sábana para que no se me viera más de la cuenta. Me intenté girar hacia un lado, y no pude. Los drenajes y la cicatriz me impedían moverme. Levanté la sábana de nuevo y miré mi cicatriz. Estaba hinchada. Me paré a pensar seriamente sobre ella. Ahora es cuando debía dejar todos mis complejos atrás. Ahora sí. La miré, cada parte de ella. No era tan fea. Llegué a una conclusión, y me hice varias preguntas. ¿Tiene que ser una cicatriz algo feo? ¿Por qué? ¿Tiene que ser un cuerpo sin cicatrices, un cuerpo perfecto? Mi cuerpo es perfecto, con y sin cicatrices. Una cicatriz es algo que está ahí, que no sé va a ir. Es una etapa más en tu vida. Una etapa superada con éxito. Algún día, cuando sea mayor, mis hijos me la verán y me preguntarán qué es. Y entonces, podré explicarles, que de pequeña me operaron, que estuve en el hospital y que fue una de las experiencias más bonitas de mi vida, donde conocí a personas increíbles, y donde aprendí valores de la vida, que yo les enseñaría a ellos. Nunca he sido una chica que tenga mucha seguridad en si misma, pero a partir de ahora eso se había acabado. Yo soy yo, con mis defectos y virtudes, con mis marcas de guerra y sin ellas. No podía gustarle a todo el mundo, estaba segura de ello. Pero aprendí a gustarme a mi misma, y a ver que yo era preciosa, tal y como era.
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A sólo un paso de la felicidad.
Genç KurguAlejandra es una chica con complejos. Lleva sus 15 años de vida encerrada a sí misma. Pero pronto alguien le enseñará que todo lo importante no está en el físico, sino en el interior.