Capítulo 1: Abre los ojos.

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Abro los ojos poco a poco. Me pesan demasiado. ¿Por qué me cuesta tanto abrirlos? ¿Qué me pasa? Cuando por fin consigo abrir los ojos, lo único que veo es una gran luz que me enfoca a mí, sólo y únicamente a mí. Como cuando te interrogan en la comisaría. Escena típica de una película. Giro mi cabeza a un lado. Me duele muchísimo. ¿Por qué? Otra vez. Veo máquinas, con números, líneas. Giro mi cabeza hacia el otro lado. Más máquinas. Hacia adelante. Más máquinas. Hacia arriba. Otra vez. Máquinas. Coloco mi cabeza en su posición original, con mucho dolor, más que antes.

Por fin mis ojos enfocan. Puedo ver a una mujer. Y a mi madre. Y a otra mujer. Y a un chico. Y a otro. Y a otra chica, con otra más. Todos me miran. La que parece más mayor me sonríe.

-Hola, Alejandra. ¿Cómo estás? – Me vuelve a sonreír.

-¿Hola? ¿Dónde estoy? – Miro a mi madre, y seguidamente a todos los que la acompañan.

-En la UCI. Acabas de salir de quirófano, todo a salido bien. Ahora, debes descansar. ¿Te duele algo?

No contesté. Me limité a intentar mover mis dedos de la mano. Después el brazo. Las piernas. Los dedos de los pies. No podía. No podía mover ninguna parte de mi cuerpo. Observé mi pecho. En efecto, me lo imaginaba. 14 cm de piel hinchada que me recorría todo el pecho. Seguidamente unos tubos anchos, de la anchura de una manguera que salían de debajo de mis pechos. No pronuncié palabra. Ni lloré. Solo con mi mirada, sabían que quería estar sola. Y entonces, salieron de la habitación.

Volví a girar mi cabeza hacia la derecha. Me dolía muchísimo. Enfoqué y vi otra camilla, y a un chico que estaba en ella, mirándome. No debía llegar a los 18 años. Ojos claros, piel morena, moreno. Qué guapo.

-Hola. – Me sonrió.

Tampoco contesté.

-Soy Antonio. ¿Cómo estás? A mi también me asusta este rollo, no eres la única eh. – Miró al techo y sonrió. – Puedes hablar, si quieres vaya.

Le miré, giré mi cabeza y cerré los ojos. Pensé en dormir. No tenía ni idea, de que allí no podría llegar a dormir ni dos minutos seguidos. De que a partir de ese momento, empezaba para mi, una de las experiencias más difíciles, raras y bonitas que nunca nadie, podría experimentar.

A sólo un paso de la felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora