"Las jaulitas" nombre que le queda como anillo al dedo a mi conjunto residencial; pues todas las mañanas me siento como un insignificante periquito que quiere escapar de su prisión, cuando crees que lo logras te das cuenta de que están dentro de una jaula mayor.
En la parada del autobús, me encontré con la señora Jazmín, la madre de la semilla del mal; mejor dicho, Camilo. Me saluda con mucho amor como si me conociera desde siempre, es esa típica mujer que le trata de caer a todo el mundo bien. Me pregunto si Camilo le habrá comentado a cerca del incidente del lunes, esa idea me repugna y me genera mucha ansiedad. Jazmín me habla acerca de todo lo que se le viene a la mente y hace preguntas complicadas que obligan a los engranajes de mi cerebro a empezar a moverse.
Aunque debería responder solo asiento con la cabeza, un gesto que debe de ser totalmente molesto pero es todo lo que puedo efectuar. Al fin ha pasado su ruta y la toma despidiéndose con un beso el cual acepto con una mueca de cariño.
Abro la tapa del termo y trato de absorber el último sorbo de café, para eso tengo que meter mi nariz y mi labio superior dentro del recipiente, sintiendo todo el calor y la fragancia que este exhala. Mis engranajes parecen correr con potencia renovada, dándole cuerda a un recuerdo oxidado.
De nuevo me encuentro mirando a la ventana, aun la noche reina pero mi vista no es decadente, es espontánea, rural y natural. Los gallos empiezan a cantar y ya unos cuantos peones se encuentran ordeñando las vacas que a lo lejos visualizo en el rebaño. El frío de la sabana nocturna reemplazaría al mejor aire acondicionado, la oscuridad de mi habitación es penetrante pero por alguna razón no tengo miedo, observo fijamente la llanura amenazadora con sus árboles resecos que pintan extrañas sombras entre el monte chamuscado. Leyendas resuenan en mi cabeza ¿Cuántas almas en pena corren desnudas por la llanura? Todas tienen un pequeño infierno en sus ojos y un fuerte estruendo en sus gritos, pero no temo. El miedo es lejano a mí, una bala perdida que mató a otro pero que sigue buscándome.
- ¡Muchacha deja de ve pa'l monte que te va a salí un muerto! - Ordenó una sabía voz
- Pero bueno mamá Carmen... ¡Qué me salga! Yo no le tengo miedo a nada.
- Hay esta muchachita por ser hija del tigre se cree vergataria Dios me la cuide Julietica, Dios me la cuide - Bendijo la doña.
Entonces una sonrisa brotó en su rostro canela, el rostro que guardaba cientos de leyendas y arrullos. Nuestros rostros de sosiego se abrazaron y sus brazos me acogieron. Los infiernos que corrían libremente se apagaron con la luz del sol.
- Que bello es vivir en el campo mamá Carmen, la felicidad es como un cafecito recién colado.
- ¡Hay Maria Purísima el café pa' los peones! - Recordó la matrona.
- Tranquila Mami que yo le ayudo a hacerlo.
Y en eso nos dirigimos a la cocina, traté de ayudar a mi nana pero cuando encendí la hornilla empezaron sus historias de que el mejor café se hace a leña y que eso de las cocinas es un invento para las flojas. A veces resultaba irritante escuchar la historia de cómo las mujeres hacían la masa de las arepas en pilones y como es que ahora todo el mundo tiene cáncer por culpa de la comida procesada.
La ignoré gentilmente -Como si no fuera eso una contradicción- Me puse mis gafas y fui al cuarto de mi abuelo por un libro, eran ya las 6 de la mañana pero él estaba roncando, pase sin cuidado, abrí su viejo estante y tomé unos de mis libros favoritos Trópico De Cáncer, la literatura erótica siempre fue mi preferida. Cuando estaba concentrada entre las páginas de mi libro Carmen empezó a encender la madera y mientras se hervía el agua ella trituraba los granos de café.
- Siempre te gusta hacer doble trabajo.
- Hay Julietica si supieras que hoy vienen los amigos de su apá y tengo que hace como tres rondas de café.
- Bueno nana, deje que la ayude.
- No no no no no, no vaya ser que se me queme la niña, no hijita quédese leyendo quietecita pa que sea inteligente como su amá.
Entonces la expresión de haber dicho algo indebido brotó de su cara.
- Tranquila Carmen, ya mi abuelo me contó lo de mi madre.
El silencio invadió la cocina y yo traté de perderme una vez más en mi libro, pero no estaba leyendo en realidad solo pasaba mis ojos por las letras pues mi conciencia se quebraba y la neblina de una leyenda fatal abundaba, esta no era un mito del llano, era más cruda y vulgar. Era real.
Antes de adentrarme en el espejismo sombrío algo me liberó de este, un olor magistral que es capaz de calmar a las bestias, el grano que nos ha dado gloria desde hace generaciones cosechado con ahínco y colado con amor, este aroma fue más fuerte que la moribunda niebla, y de nuevo esa adorable sonrisa que abría grietas morenas en la cara de mi nana me regalaba una taza de la agradable bebida.
Es esa esencia que me teletransporta al pasado y llena mi ser de una increíble nostalgia, llano salvaje e indomable. Llano temible, llano oscuro, el purgatorio parece un lugar apacible comparado contigo; sin embargo, no puedo vivir sin tus rumores y planicies. Llano amado, algún día volveré a bañarme en tus ríos y a dormirme en tu silencio.

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Constelaciones
Fiksi RemajaNo es necesario buscar una hermosa historia de ficcion entre tus turbulentos pensamientos cuando las odiseas mas exitantes transcurren a tu alrededor. Las constelaciones son imaginarias, el observador se deleita buscando formas entre los pequeños p...