Capítulo 3

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Al llegar a el hotel, lo primero que hice fue buscar mi habitación. Sin intercambiar palabra alguna con nadie, me sentía extraña. Aquel suceso del restaurante me puso a pensar muchas cosas. Realmente ese lugar se estaba convirtiendo en mis favoritos.

Me dirigí hacia mi habitación, y sorpresivamente, me encontré a Brianna. Sus ojos grandes que tenían un hermoso brillo; ahora se encontraban tristes, irradiaba tristeza. Se encontraba sentada en el suelo contra la puerta. Algo andaba mal...

-Hola...-le dije, tratando de saber lo que le sucedía.

-Hola.-me respondió, tratando de ocultar su rostro para que no notaran su dolor.

-¿Qué tienes?.-le dije algo cuidadosa, temiendo de que no quisiera decirme.

-No no, nada. Es sólo que algo entró en mis ojos.-me dijo frotándose el ojo derecho.

-¿Puedo ayudarte?.-le dije.- En mi bolso guardo unas gotas, suele pasarme que a veces se me irrita los ojos.-le dije dibujando una pequeña sonrisa en mi rostro.

-¿En serio?.-me dijo mirándome.

-Si, es enserio.-le respondí. -Entremos, veré donde las he dejado.-le dije ayudándola a levantarse.

Nos dirigimos a la habitación. Todo estaba perfectamente organizado como de costumbre. Realmente Brianna hacía bien su trabajo. Algo me decía que tenía que hablar con el gerente para que le dieran un ascenso. Se lo merecía.

-Siéntate, déjame buscarlas, no me tardo.-le dije mientras señalaba hacia la cama.

En el tiempo de mi ausencia, Brianna no paraba de llorar. Claro que lo hacia sin que yo me diera cuenta. Pero esa clase de cosas, no podían ocultarse. Sabía  cómo era convivir con personas tristes, tuve 2 personas con las que tuve que convivir. Mi madre, y yo. 

Mi madre era de esa clase de personas que pareciera que no le temieran a nada. Aunque por dentro se moría, trataba de ocultarlo. Todo tuvo como principio la desaparición de mí hermana, y como final, la muerte de ella misma. Este último caso tuvo como consecuencia que yo, aparte de quedarme huérfana, me quedara con un enorme vacío en el pecho.

Por lo mismo podía percibir, incluso a distancia, cuando una persona se sentía mal.

Me dirigí a Brianna con las gotas, y unos pañuelos. 

-Ten.-le dije mientras le entregaba uno de los pañuelos.

-Desahógate.-le dije.

Ella se limitó a ofrecerme una respuesta, tomó el pañuelo y principió a limpiarse las lágrimas que estaba más que segura que eran por alguien.

No quería presionarla para que me dijera, la comprendía, para ella era una desconocida. Pero para mi no. Había algo en ella que se me hacia muy familiar. 

-Entonces...¿Vas a decirme que ocurre?.-le dije acomodando un pequeño mechón de cabello que le obstruía hacia las orejas.

-No se si decirte o no...-me respondió.- No es que no te importe, pero es que es algo que aún no supero.

-No te preocupes, yo se guardar un secreto.-le dije con una pequeña sonrisa.

-Bueno es que...-me dijo.

-Mi novio acaba de romper el compromiso que teníamos...-me dijo casi conteniendo las lágrimas.

¿Era en serio? ¿Como un hombre podía hacer algo así?. Se supone que si te comprometes con alguien es porque estas seguro de dar el siguiente paso. La idea de los "hombres"se me había vuelto algo que quizás no era necesario en mi vida. Tal vez no un "hombre" que al poco rato se arrepintiese.

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