Capítulo 4

67 3 2
                                    

Me había quedado tan profundamente dormida que desperté a la 1 de la tarde. No era posible, ¿Tan triste estaba? Normalmente cuando yo estoy triste, me gusta dormir mucho, demasiado diría yo. Era como si quisiera escapar de la realidad.

Me levanté, me duché, me cambié y me dispuse a pedir comida a domicilio. No tenía las suficientes fuerzas para salir y buscar algo.

Quería hacer tantas cosas, pero mi cuerpo y mi energía me lo impedían, era como si no hubiera dormido nada. Me preparé un café muy cargado. Si quería hacer lo que quería, debía darle una pequeña ayuda a mi cuerpo.

La tarde era fresca, parecía de madrugada, quizás porque había llovido durante la madrugada. Eran como gotas que podían percibir mis sueños, podía escucharlos a través de ellos.

Me pareció perfecta para salir a caminar un rato, así que lo hice. Me puse algo cómodo, unos jeans, una sudadera y unos tenis. Para mí era la gloria estar vestida así, y más en época de frío.

Cuando iba a abrir la puerta pisé algo que estaba en el suelo, era... ¿Una carta? ¿Pero que hacia una carta allí? Decidí leerla cuando regresase del paseo.

Salí como de costumbre, saludando a todos porque eso era lo que me había enseñado mi mamá.

Me dirigí al Central Park, ese lugar me traía tantos recuerdos del día anterior que quería, más bien necesitaba volver a recordarlos.

Al llegar comencé a recorrer aquel parque, memorizando cada uno de sus árboles, sus esquinas y sus detalles. Quería recordarlo todo. Era una sensación tan extraña haber conocido a Andrew una noche cualquiera, aunque no tan cualquiera porque lo había conocido a él. Y él no era cualquier chico, era...Andrew.

Yo entendía perfectamente que él era un chico nuevo para mí, no sabía nada de él, no sabía sus costumbres, sus fantasías, sus sueños, sus anhelos, sus metas y muchas cosas más que para mí me eran importantes saber.

Pero también entendía otra cosa; venir de una relación a la que le dedicaste tanto y no recibiste nada, siempre va a hacer que el miedo se propague por todo tu ser. No importa que tan fuerte seas, o si hayas tenido un sinfín de relaciones. Cuando tienes una relación tan tormentosa como la de David y yo, las cosas cambian, tu manera de ver las situaciones ya son muy diferentes, de alguna manera te ayuda, pero aun así te daña. Me había tomado un tiempo comprender esto, porque con David tenía los ojos más que vendados pero no lo suficiente como para seguir con él.

La tarde pasaba y pasaba y yo aún seguía en el parque aquel. Me gustaba tanto estar allí que no quería irme, pero era hora de volver, claro que iba a regresar cuantas veces pudiera, con la esperanza de volver a revivir aquel momento que marcó mi estancia en aquel lugar.

Llegué al hotel. Estaba cansada a pesar de haber dormido más de lo normal.

Subí las escaleras porque al parecer el ascensor no estaba en uso. Saco las llaves para abrir la cerradura de mi habitación y de repente... escucho una voz masculina que me hablaba detrás de mí. Inmediatamente reaccioné y vi que se trataba de Andrew.

¡Dios! Estaba muy feliz de verlo de nuevo. Tenía tantas ganas de que esto pasara, dicen que si deseas algo con todo tu corazón, todo el universo conspira para que lo consigas, lo había leído en mi libro favorito de Paulo Coelho, "El Alquimista" nunca había recobrado tanto sentido para mi hasta ese momento en que vi de nuevo el rostro de Andrew, era como si los ángeles cantasen para mí en ese instante. Quise abrazarlo fuertemente, pero no lo hice, no porque no quisiera o algo así, sino porque no quería que él sintiera que yo lo quería, lo desease, o por lo menos no en el instante. Como dije al principio, quería que todo sucediera despacio, sin prisas.

Cerca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora