Gritos, llantos y secretos.

Capítulo 7- No mires atrás.

Las autoridades se estaban encargando de todo. Pero la historia seguía pareciéndoles subreal. Todo lo que los padres de Hugo les contaban parecía sacado de algún tipo de película ficticia.

Los padre insistían:

-¡Tienen que dar con ese hombre y recuperar a nuestros hijos!

-Señores, les repetimos que hemos registrado toda la ciudad, día y noche, de arriba abajo. Sólo nos queda el Centro Santa Remedios, pero nadie pisa allí después de lo sucedido en los últimos años... - repetían los policías.

-Pues háganlo. Miren. Todo precaución es poca.- replicaban los padres de los dos desaparecidos muchachos.

Cansados de la preocupación innecesaria que mostraban los padres decidieron mirar allí.

Corrían las diez de la noche, era tarde, pero debían de hacerlo, tenían que hacerlo por el bien de todos.

Entraron a lo que antes era un colegio, y una vez dentro investigaron todo el centro.

Nada, no dieron ni con los niños ni con aquel hombre...

Ahora subieron a la azotea, por comprobar.

Para sorpresa de todo...

-No puede ser, jefe...- anunciaba uno de los policías.

-Llama a los padres y que vengan.- dijo el jefe.

Llegaron, aparcaron los coches fuera, llorando y corriendo subieron al tejado de aquel lugar.

Aquello era imposible, nadie se lo podía creer.

-¡¡HUUUGOOOO!!- gritaba Marta con unos ojos llenos de agua.

Ambos amigos se encontraban tirados en el suelo aún tirando sangre por la boca, lo que fue más doloroso para los padres...

Marta e Isabel se tiraron de rodillos al suelo, más tristes que nunca...

De pronto un grito se escuchó:

-¡ALTO!

Asombrados, se dieron la vuelta y ahí estaba, Evelyn, con las manos ocupadas: en una, un cuchillo ensangrentado; en la otra, la careta de aquel ser.

No podía ser real. Les costaba creerlo.

Apresuradamente, ésta se precipitó delante de ellos.

Con una mirada penetrante, una sonrisa sacada de lo más horrible del corazón de una persona, se colocó en el borde de la azotea.

-Sí, fui yo. ¿Hay algún problema?- dijo la chica- Toda mi familia junto fallecimos de distintas maneras en esa casa. Si eso fue lo que a nosotros nos pasó hace 20 años, os tocará a uno de vosotros y yo ya he cobrado mi deuda pendiente. – prosiguió.

Los adultos permanecían boquiabiertos.

-Me da completamente igual la pérdida que os haya provocado, ahora puedo reunirme feliz y tranquila con mis padres.

-Evelyn, ¿de qué estás hablando?- Bruno.

-LO SIENTO, pero todos los secretos que guardaba los tenía que proyectar en gritos y llantos, y ya lo he conseguido.- Evelyn tras la pregunta del padre del ya fallecido Hugo.

Evelyn, en un acto que no parecía desesperado, se dejó caer hacia el vacío.

Los policías fueron al lugar donde había caído, supuestamente desde el ángulo que ellos tenían y dejando así a los padres afrontando su dolor junto al cadáver de sus hijos.

Lo más increíble llegó ahora, cuando al bajar, en ninguna zona del suelo, había nada ni nadie. Evelyn había desaparecido como un espíritu en una madrugada de Halloween.

Sin más razones que dar, llevaron a los hijos a el hospital y de allí, al día siguiente, tuvo lugar su entierro. Demasiadas lágrimas caían por dos inocentes adolescentes que no merecían la muerte. El tiempo y determinados sucesos hicieron que dejaran la tierra para convertirse en dos ángeles. Creían que esos niños darían mucha guerra, pero hasta aquí llegó todo...

Al final, todo este caso fue archivado por falta de pruebas y todo quedó en una simple nota sangrienta en la que decía LO SIENTO, y en dos niños que abandonaron el mundo sin necesidad alguna.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA

Mi nombre es Pablo Perona Navarro, el escritor online de este libro, os agradezco a cada uno de vosotros haber leído mi libro debut, el cual volverá con una desgarradora historia y temporada el próximo Halloween. Pero hasta entonces tendréis otra novela. Y ya sabes: suelta los gritos y los llantos, pero guárdate siempre tus más preciados secretos.