Capítulo 10

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Nervios es la palabra perfecta para definir mi estado de ánimo en este momento. Guido manejaba, Patricio me miraba y se reía y Gastón me daba apoyo moral. 

                - _______ no es tan trágico, vas a conocer a mi mamá y a mi abuela - Patricio se seguía riendo, si no paraba lo iba a ametrallar. 

               - Vos sos un pelotudo - levanté los brazos más nerviosa que antes y empecé a abanicar mi cara con mis manos - mira si no les caigo bien, a mi tu hermano me re gusta - y de vuelta Guido me miraba con ternura, quería darme un beso pero estaba manejando. 

             - Tenes que ser vos - Gastón era la única persona que me estaba tranquilizando. 

Llegamos a destino, bajé y me flaqueaban las piernas. Guido me miró de vuelta y me agarro la mano, Patricio se seguía riendo y Gastón me palmeó la espalda en señal de apoyo. Me acerqué a Patricio. 

              - Escuchame una cosa, vos te seguís riendo y yo te juro que te voy a apretar las bolas tan fuerte que cuando cantes no vas a tener más graves porque la testosterona te va a desaparecer - le dí un beso en el cachete y se calló. 

Entré a la casa de la mamá de los chicos, Alicia, era bastante espaciosa pero no perdía en absoluto ese toque "acogedor". Había olor a spaghettis con salsa en toda la casa. Cuando nos acercamos a la cocina había una mujer de baja estatura quién yo pensé que era la mamá pero no. 

                 - ¡ABUELA! - Patricio se acercó a su abuela y la abrazó muy fuerte. Después siguieron los otros dos a saludarla y finalmente Guido me agarró de la mano y me acercó a su abuela. 

                 - Abuela ella es _______, la chica de la que te hablé - los ojos se le pusieron brillosos, mi amor. 

                  - Hola. ¿Porota? - miré a Guido y asintió - encantada de conocerla. 

                   - ¡Hola chiquita! El placer es mío - y me abrazó, y fue el abrazo más sincero que no había tenido desde hace cinco años, ese abrazo que por más de que recién conozcas a la persona te trasmite paz. 

Guido me había llevado al baño supongo que las ganas de tenerme ahí no se habían contenido muy bien. Estábamos chapando. ¿Quién chapa en el baño de la casa de su mamá? Guido. 

              - Deberíamos volver ¿no? - me seguía besando y hablaba como podía porque ya el aire se me estaba gastando.

             - No nena no - me estaba tocando la espalda, estaba bajando, ya saben donde terminó.

El día que te conocí la cabeza perdí. {GuidoSardelli}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora