04

472 47 9
                                    

Me recuesto en mi cama a hacer lo que vengo haciendo desde hace ya varios días.

Pensar.

Pensar en como coño le voy a hacer para decirle a mi padre que va a ser abuelo.

No quiero ni pensar en el alboroto que armaran los medios y la presa al enterarse que la hija de el gran y exitoso dueño de la empresa Monroe, esta embarazada, ya me imagino las caras y las cosas que me dirá al enterarse y posiblemente ahora sí logre llenarle la cabeza de canas blancas.

Pero en mi mente también rondan cosas como todo lo que voy a dejar atrás por sacar adelante a mi bebe y en lo idiota que se comporto el dísque padre de este días atrás.

De hecho creo que eso es en lo que más pienso. Una parte de mi enserio deseaba no estar sola en esto, y aún que Jane me diga que la tengo a ella y a Alan para ayudarme con el bebe, no es lo mismo. Ellos son una pareja que tiene su propia vida, no quisiera meterme entre ellos con mis problemas.

A final de cuentas llegue a la conclusión  de que estaba sola.

Casarme definitivamente no estaba en mis planes.

¿Porque estar con un hombre que no me ama y que claramente no amo?.
Sería la idiotez más grande la historia.
Para empezar conocía a José demasiado poco, nuestros padres siempre se llevaron bien por eso la razón de que de vez en cuando lo tratara, ya sea en fiestas o reuniones familiares y de negocios. Pero desde que lo conocí supe que nunca llegaría a congeniar con el y así había sido hasta esa maldita fiesta.

Y el mismo dijo que ni loco se casaría conmigo y es obvio que a mi tendrían que obligarme a hacerlo de ser así.

Sigo sin entender como rayos pasó todo eso entre nosotros. Ambos nos odiamos, o bueno al menos yo a el sí lo odio, lo repugno, iuhg, me da asco y pena ajena.

Conozco lo necesario de los canela como para no querer a uno de ellos en mi vida.

Si, definitivamente casarme con uno no estaba en mis planes

El sonido de un coche aparcando frente a mi casa me hace salir de mis pensamientos y regresar al mundo. Me levantó sutilmente de mi cama y camino hasta una de mis ventanas que da al frente. Y ahí esta, el distinguido señor Monroe bajando de su lujoso coche y caminando para entrar en el lugar.

Suelto un suspiro pesado de cansancio contra mi ventana. Se que aún que estemos en la misma casa el ni siquiera va a notarme. De no ser porque Jane tenía que estar fuera unas semanas por sus prácticas de la universidad, estaría con ella en estos momentos.

Un segundo coche aparcando frente a mi casa llama mi atención casi de inmediato, mi ceño se frunce en confusión pero al instante lo relajo tras el planteamiento mental de que sólo ha de ser alguno de sus socios. Sin esperar a ver quien sale de este me quitó de la ventada y a pasos perezosos me dirijo a la puerta de mi habitación, tomo la perilla y la giro para salir de esta.
Camino por el largo pasillo que conecta las habitaciones hasta llegar a las escaleras y bajarlas con la misma pereza con la que venía caminando.

Maldita sea la hora en la que papa decidió comprar una casa tan grande. Odio demorarme tanto en llegar a mi propia cocina y más con los terribles antojos que eh tenido últimamente.

La doctora Hill-que es la que esta llevando todo el control de mi embarazo- me había dicho que son totalmente normales después del mes de embarazo en mi cita pasada, pero sinceramente a mi parecer no es nada normal la manera en que eh estado comiendo manzanas y bebiendo agua de coco, la cual odio pero creo que a mi inquilino de vientre le encanta.

Abro la puerta del refrigerador y saco la manzana más grande que está dentro, saboreando su exquisito jugo desde antes de darle un mordisco.
Hago un pequeño mohín al darme cuenta que ya no había agua de coco, luego tendría que ir por provisiones.

Primerizos [Jos Canela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora