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Mi atención se encuentra fija en la ventanilla del auto desde que salimos del registro civil, ni siquiera sé que estoy viendo en sí, solo estoy perdida entre el ajetreado mundo de afuera.
Volteo mi mirada hacia donde se encuentra sentado mi ahora 'esposo'-Iugh- y lo cacho mirándome pero al instante que nota que lo eh pillado desvía su mirada a la ventanilla de su lado.

-¿qué me vez?-pregunto con toda intención de causar pleito con mi sonrisa de arrogancia en mi rostro. El tarda unos segundos más mirando por la ventanilla y luego se voltea a mirarme una vez más con una pequeña sonrisa apenas visible en sus labios.

-lo fea que te vez-su sonrisa se ensancha y la mía se borra al instante.

-que infantil-ahora soy yo quien desvía la mirada y lo escucho reír.

-el burro hablando de orejas-comenta burlón y me vuelvo a voltear hacia el achicando mis ojos en señal de enojo fingido.

-¡¿me acabas de llamar burro?! ¡Burro tu!-exclamo en su cara y cruzo mis brazos sobre mi pecho.

-oh claro, y yo soy el infantil-bufa.

-¿podrías callarte ya? Me está empezando a doler la cabeza, quizás sea por todo el tiempo que llevo encerrada aquí contigo-digo con toda la irritación del mundo. En serio no sé cómo le voy a hacer para lograr sobrevivir estando con el.

-tú fuiste la que me hablo.

-tú me estabas mirando.

-no te estaba mirando.

-claro que lo hacías.

-que no.

-que si.

-que no.

-que si.

-que si.

-que no-el suelta una sonora carcajada y entonces me doy cuenta de lo que hizo. Maldito canela-¡oye! Eso no es justo, me confundiste.

-lo siento, acabas de darme la razón-se encoge en hombros y como por décima vez en el día le dedico una mirada de odio.

-vete a la mierda-escupo hacia él y me volteo a la ventanilla una vez más.

-con gusto.

Como lo detesto.

***

Aparcamos justo enfrente de un enorme, realmente enorme salón. Más que salón parece un castillo de la época medieval pero con un toque moderno por la elegante decoración que tiene, en la entrada se encuentra una alfombra roja que lleva al interior, y hay luces y reflectores que la iluminan. Una cantidad grande de camarógrafos ya se encuentra en situados frente a la enorme puerta de madera esperando por nosotros, suelto un enorme suspiro al pensar que tengo que pasar por enfrente de ellos fingiendo ser la mujer más feliz del mundo, cuando claramente no es así. En la misma entrada, a los extremos de esta se encuentran dos hombres vestidos de traje del tamaño de gorilas, tienen una expresión ruda y puedo jurar que si ellos abrazan a alguien posiblemente lo rompan por la mitad. Mi vista sigue vagando por el enorme y lujoso lugar, no puedo evitar mirar asombrada y al parecer no soy nada disimulada porque escucho a josé reírse de mi cara de asombro.

-cierra la boca, se te va a salir la baba-comenta burlón. Achico mis ojos en señal de enojo pero no alcanzo a regresarle el insulto porque el chofer que nos trajo acá ya se aproxima a la puerta y la abre sin dejarme protestar.

Como la puerta que abrió el chofer es la de el lado de José, por obviedad sale el primero, entonces hago mi mayor esfuerzo por moverme hacia esa puerta, pero con el enorme vestido que traigo encima me cuesta el doble de trabajo.
En lo que me las ingenio en cómo bajar para no caerme, una mano es puesta frente a mí y la tomo para enderezarme y salir bien librada, me sorprendo al ver que se trata de mi querido esposo.
Me quedo atontada frente a él, con su mano aún tomada a la mía. No sé que tanto le estoy viendo pero no puedo apartar la vista.

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⏰ Última actualización: Jul 29, 2018 ⏰

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Primerizos [Jos Canela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora