Parte cinco; El fin de todo.

398 53 10
                                    

Samuel observó, con terror, como un chorro de sangre salía disparado del cuello de su amante al momento que el monstruo enterró su rostro en la zona. Quiso correr hacia él para salvarlo pero unas manos sobre su cadera le impidieron ir.

Los gritos de sus amigos demostraban el pánico que sentían, Luzu reaccionó al ver lo que planeaba Samuel y lo rodeó por la cadera, adentrándolo al cuarto. Siendo lo último que vieron, a la chica levantar la cabeza para gritarles con la boca escurriendo sangre.

La puerta fue cerrada por fuerza por Frank, quien junto a Álvaro la trabaron con seguro y colocando objetos delante de ella.

Samuel forcejeaba, tratando de librarse de Luzu para ir a salvar a su pareja --¡Soltadme!-- gruñó, llorando con dolor --¡GUILLERMO!

--¡Cállate!-- le gritó Rubén, temblando del miedo.

--No podemos dejarlo afuera.-- murmuró Miguel, en shock.

Alejandro negó, aterrado --¿¡No habéis visto esa cosa?! ¡Nos asesinará a todos!

--Pero Guillermo es nuestro amigo.-- volvió a hablar Miguel, con la mirada fija en la puerta y sin realmente procesar lo que decía y lo que sucedía.

Rubén retrocedió hasta que su espalda chocó con la silla gaymer de su amigo, soltó un grito por el susto. Alex, abrumado por todo, gritó --¡Guillermo está muerto!

Luego de un pequeño silencio, Samuel prorrumpió en llanto. Sus fuerzas se fueron y se dejó caer al suelo, Luzu lo soltó y observó con dolor como este sollozaba en el suelo. En ese momento se escuchó otro gritó, seguido de un golpe a la puerta.

Aterrados, los hombres intentaron encontrar alguna escapatoria, pero aparte del pequeño baño. No había a donde ir. El único que no se movió de su lugar fue Samuel, quien estaba arrodillado en el suelo, soltando leves sollozos.

Debajo de la cama Luzu temblaba al lado de Álvaro, lo miro e intentó hablar --¿Con qué lo inventaste?-- le recriminó.

--Yo... yo lo saque de Internet, pe-pero pensé que e-era fake-- susurró, sobresaltándose al volver a escuchar otro golpe en la puerta --. Se su-supone que no hay que salir de la habitación has-ta ma-ñana.

--¡Vamos a morir por tu culpa!-- le soltó con rabia, logrando que empezará a dejar caer algunas lágrimas por el miedo y la culpabilidad.

--L-lo siento.

Por increíble que pareciera, dentro de esa habitación todos los hombres que aseguraban estar llenos de valor, lloraban. Y es que, cualquier persona en su posición, hubieran perdido la cabeza. Y Samuel, no creía poder soportar la culpa de haberle hacho eso a sus amigos y pareja. Jamás.

Fuera, cuando Guillermo entreabrió sus ojos, con un punzante dolor en su frente debido al golpe que se dio al caer, casi gritó aterrorizado. Frente a él estaba una mujer incada, con la piel tan pálida, su vestido blanco roto, con manchas rojas y grises.

Su rostro, oh dios, su rostro. Una macabra sonrisa ensangrentada, su cabello obscuro y dañado, ojos negros observándolo con atención y su mano, delgada, estaba cerca de su rostro. El dedo índice levantado, señalando que guardara silencio.

--Shh-- se acercó a Guillermo y le guiñó su ojo derecho --¿Me reconoces?

Esa voz, pensó Guillermo, y automáticamente su ceño se volvió a fruncir. No podía creerlo --¿La-Lana?

La chica rió, asintiendo. Guió su vista a la otra mano, que sostenía una jeringa con la que había disparado el líquido rojo, simulando ser la sangre de Guillermo.

La fiesta del terror ¤ WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora