duele

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Empiezo esto diciendo que si hay personas que están pasando por momentos de depresión, ansiedad o dolor emocional o eres sensible te recomiendo de todo corazón que porfavor no leas lo que sigue, el contenido puede resultar desencadenante y afectar tu estado de ánimo dastrixamnte. Tu bienestar es más importante que cualquier historia.

Con esta advertencia terminada empezamos con el esto

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¿ Qué más da? Vivir en una vida en la que no soy feliz... ¿para qué seguir pretendiendo que todo está bien, cuando por dentro me ahogo cada día un poco más? Las sonrisas que muestro no son más que máscaras torpes, rotas en las esquinas, incapaces de ocultar la grieta que atraviesa todo mi ser. Las cosas que he hecho, cada una de ellas, me han traído hasta aquí... paso a paso, error tras error, como si estuviera condenado a destruir todo lo que toco. La mayoría me odia, y los pocos que no... cada día parecen alejarse más. No es algo brusco, es un abandono lento, casi invisible, pero lo siento en cada mirada esquiva, en cada conversación que dura menos que antes, en cada silencio incómodo que queda flotando. Es como si mi sola presencia fuera un peso insoportable, un recuerdo desagradable del que todos quieren librarse.

¿Qué más da? Nadie llorará por mí cuando me vaya... ¿o sí? No lo creo. Y aunque alguien lo hiciera, sus lágrimas no durarían mucho; pronto encontrarán una razón para seguir adelante, para dejarme atrás como si nunca hubiera estado. Al final, todo lo que soy es un eco débil, un recuerdo incómodo que será más fácil enterrar en lo más profundo de la memoria, hasta que ni siquiera duela recordarlo. Seré esa sombra de la que nadie habla, el vacío que se llena con silencio y miradas esquivas. Y mientras el mundo sigue girando, mi ausencia será apenas un suspiro perdido en el viento... tan insignificante que incluso el olvido me olvidará.

¿Qué más da? No llegué a cumplir los sueños que quise cumplir, aquellos que de niño parecían tan claros, tan alcanzables... Hoy son solo polvo acumulado en un rincón olvidado de mi memoria. Se han marchitado como flores que nunca recibieron luz, y por más que intento recordarlos, apenas puedo reconocer las formas que alguna vez me guiaron. Los años pasaron, y con ellos se fueron las ganas, las fuerzas... hasta el valor de intentarlo. Ahora, lo que un día fue mi esperanza se ha convertido en una carga silenciosa que me recuerda todo lo que no fui, todo lo que no logré. Y duele... duele pensar que al final mi vida no será más que una lista de promesas rotas y caminos que jamás me atreví a recorrer.

¿Qué más da? No viví la vida que quise vivir; en su lugar, caminé por un sendero torcido, lleno de tropiezos y decisiones que, una tras otra, solo me hundieron más. No fue la mala suerte, no fue el destino... fui yo. Mis acciones hicieron esto, lo moldearon poco a poco, ladrillo a ladrillo, hasta levantar esta prisión invisible que me asfixia. Cada error fue una piedra más, cada mentira, cada silencio, cada vez que me negué a pedir ayuda... todo sumó hasta encadenarme a este lugar del que no sé escapar. Y lo peor es que la llave siempre estuvo en mis manos, pero nunca supe -o nunca quise- usarla. Ahora, solo me queda mirar las paredes que yo mismo construí, sabiendo que nadie vendrá a derribarlas... y que tal vez, en el fondo, ni siquiera lo merezco.

¿Qué más da? Soy malo... y eso no es bueno. No importa cuánto lo piense, no importa cuántas veces me diga que puedo cambiar... siempre termino igual. Es como si hubiera algo roto en mí desde el principio, algo que no sé reparar. Todo se destruye a mi alrededor: las personas, los momentos, las pocas cosas buenas que alguna vez tuve. Todo lo que toco se rompe, todo lo que amo se desvanece... y me quedo viendo cómo se aleja, sin poder -o sin saber- detenerlo. Me digo que la próxima vez haré las cosas bien, que no lastimaré, que no arruinaré nada... pero la próxima vez nunca llega. Siempre soy yo, la grieta que lo debilita todo, la sombra que apaga la luz. Y al final, solo me queda abrazar esta verdad: tal vez nací para destruir... y tal vez lo único que sé hacer es perder.

¿Qué más da? Incluso si intento, incluso si lucho... el final siempre es el mismo. Las cosas nunca cambian, no importa cuánto me esfuerce, no importa cuánto me rompa las manos tratando de sostener lo que se desmorona. Es como si todo estuviera condenado desde el principio, como si mi vida fuera un reloj roto que siempre marca la misma hora, sin avanzar. Y yo... yo me estoy cansando. Me estoy cansando de seguir esperando que algo cambie, que aparezca una señal, que llegue un momento que me diga que todo valió la pena. Pero ese momento nunca llega. Solo hay días que se repiten, heridas que nunca cierran, promesas que se diluyen.

...¿Qué más da?...

TODA MI VIDA ES UN ERROR... Y YA NO TENGO FUERZAS PARA CORREGIRLO

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Esto me ha dolido un chingo escribir esto, es un tema muy delicado el que estoy tocando y por eso espero que la advertencia que he hecho antes se tome en cuenta por las personas que tienen dolor emocional o sean sensibles, gracias por el apoyo y voy a seguir sacando cap más seguido

detrás de esa reputación...Detrás De Esa FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora