𝐃𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐚𝐬 𝐲 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚𝐬 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐞𝐦𝐞𝐥𝐨𝐬 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐠𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 "𝐓𝐨𝐤𝐢𝐨 𝐇𝐨𝐭𝐞𝐥"
-Algunas son traducciones al español
-Contenido 18,si no es de tu agrado puedes pasar a la siguien...
Las paredes del hospital eran frías, impersonales, y sin embargo Bill ya se había acostumbrado a ellas. El pitido constante del monitor cardíaco se había convertido en el sonido de fondo de su vida.
___ estaba a su lado, pero no era la misma de antes. Desde el aborto espontáneo, apenas hablaba. Sus ojos estaban vacíos, como si alguien le hubiera arrebatado la luz que siempre brillaba en ellos.
—Lo siento —susurró una vez, con voz quebrada, como si todo fuera culpa suya.
Bill apretó su mano débilmente, con un esfuerzo que le robaba el aire. —No fue tu culpa. No lo digas.
Ella no respondió. Sus lágrimas cayeron silenciosas, empapando las sábanas blancas.
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Los días se hicieron eternos. Bill empeoraba. Su corazón, frágil, parecía rendirse cada noche. Ella lo cuidaba, pero su propio dolor era un peso imposible de soportar. Había perdido a su hijo, y ahora temía perder al hombre que amaba.
—No quiero seguir viendo cómo sufres —le dijo una madrugada, sentada junto a su cama—. No quiero que me dejes sola otra vez.
Bill giró la cabeza hacia ella, apenas consciente, y con una sonrisa débil murmuró: —Prometo pelear… por ti.
Pero el destino parecía decidido a castigarlos.
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Una tarde, mientras la lluvia golpeaba las ventanas, las alarmas del monitor sonaron. El corazón de Bill comenzó a fallar. Los médicos entraron corriendo, empujando a ___ fuera de la habitación.
Ella gritaba, golpeaba la puerta, suplicaba que lo salvaran. —¡No me lo quiten! ¡No me quiten también a él!
Adentro, los médicos luchaban por mantenerlo con vida. Descargas eléctricas, manos apresuradas, voces que se mezclaban con la maquinaria.
___se desplomó en el pasillo, llorando con un dolor que no tenía nombre.
Después de lo que pareció una eternidad, uno de los doctores salió. —Sobrevivió… —dijo con cansancio—. Fue un milagro.
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Horas después, Bill despertó. El mundo era borroso, pero lo primero que buscó fue a ella. —¿___…?
Su cama estaba vacía. La silla al lado de la suya, donde siempre se sentaba, también.
El médico entró con expresión seria. —Necesita descansar. No se esfuerce por hablar.
—¿Dónde está ___? —preguntó Bill, con la voz quebrada.
El doctor lo miró con incomodidad, bajando la vista. —Ella… no está aquí.
Bill sintió un frío recorriéndole el alma. —¿Qué quiere decir?
Nadie respondió. Solo hubo silencio.
En la mesita junto a su cama encontró un papel doblado, con la letra temblorosa de ella:
"Perdón, Bill. No pude con todo. Te amo, pero me duele demasiado. Quiero que vivas, aunque yo no pueda."
Las lágrimas nublaron su visión. El monitor cardíaco registraba el temblor de su cuerpo, pero ya no importaba. Había sobrevivido… pero el precio era insoportable.
Con el papel apretado contra su pecho, entendió que a veces el peor castigo no es morir, sino seguir vivo sin la persona que lo era todo.
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