Parte I.

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Zayn despertó como todas las mañanas, el sol se filtraba entre las cortinas de seda y el frío de la habitación parecía contradecirlo. El moreno tanteo el lado derecho de su cama en busca del cálido cuerpo de su esposo, en cambio encontró un lugar frío y vacío, como si el ojimiel hubiese abandonado la cama hace horas. Zayn elevó su vista al reloj electrónico que adornaba la pared frontal, marcaba las nueve con cincuenta y cinco minutos de la mañana, decidió alejar esa flojera involuntaria matutina levantándose de la cama y se colocó sus boxers a cuadros junto con un pantalón gris y una franela con un símbolo de alguna banda de rock.

El ojimarrón caminó con cierta torpeza fijando su atención al aparto electrónico que tenía en sus manos, abrió la puerta, y como de costumbre aún tenía la vista fija en su celular, caminó hacia el lavado izquierdo del baño, al colocar el aparato sobre la repisa notó como la pequeña compuerta del estante de Liam estaba abierta y toda desordenada, no le dio mucha importancia así que cepillo sus dientes lentamente, al terminar, aún mojado, caminó un largo espacio hasta donde estaban una pequeñas toallas color blanco para secar su rostro, al terminar, algo lo hizo detenerse, era el reflejo del espejo a sus espaldas. Su corazón de dejó de bombear sangre y su cuerpo se petrificó y palideció por completo, todo en un mismo segundo, pero sin esperar mucho salió de su letargo y corrió hasta el cuerpo de Liam.

El cuerpo del ojimiel estaba en el frío suelo cubierto por cerámicas, el moreno notó el frío que emanaba el cuerpo de su esposo, sin respiración, sin los latidos de su corazón, llegó a la conclusión de que estaba muerto. Pero no sabía si era una pesadilla. A su alrededor miles de pastillas tiradas al igual que envases y tabletas de aluminio de las mismas junto a una gran botella de agua que estaba vacía, el celular de Liam con una foto de Zayn y Liza adornando la pantalla junto con una caja de cigarrillos a medio fumar y un encendedor rojo sangre. Zayn cerró sus ojos con fuerza tratando de despertar, al abrirlos vio que todo estaba igual, lo volvió a intentar cuatro veces seguidas y no funcionaba, hasta que se rindió. El ojimarrón tomó la cabeza de su esposo entre sus manos y la posicionó sobre su regazo, se sentó en el suelo con su espalda contra la pared y suspiró fuertemente notando que no era una pesadilla, era real, Liam se había suicidado.

Al cabo de veinte minutos Zayn seguía en la misma posición, acariciando el cabello de Liam que con cada toque se volvía más frío. No se inmutó por nada, seguía su labor sin cesar pensado cual fue la razón que llevo a Liam a cometer tal acto de locura. Lloró, cada lágrima equivalía a un recuerdo, a cada acto de valentía juntos, cada momento inolvidable, a cada beso, cada abrazo, cada concierto, a cada fotografía, cada segundo que tuvieron la dicha de compartir. El cuerpo sin vida del castaño le hacía sentir como si una pinza apretujara su estómago cada vez más fuerte. Los minutos seguían corriendo y el seguía allí, pero debía actuar como una persona razonable, tomó su celular y con grandes temblores recorriendo su cuerpo llamó a una ambulancia para explicarles lo sucedido, en menos de 15 minutos se encontraban revisando el cuerpo inerte de Liam.

Zayn ya no era una persona razonable, la ira, tristeza, frustración y miles de sentimientos invadían su cuerpo provocando un remolino de emociones que aprisionaba su pecho, sus manos sudaban y parecía que su cuerpo iba desvanecerse en cualquier instante a causa de un desmayo. Ver a tres enfermeros y un doctor junto a una camilla rodante a un lado de la cama examinando al cadáver de su esposo lo hacía ver más, no era una maldita pesadilla, era más real que nunca.

Pero nadie lo preparó para lo siguiente, la entrada de su pequeño angelito, la luz de su vida, de su esperanza: Su hija, quien miraba extrañada toda la situación y corrió a refugiarse en los brazos de su papá Zayn, quien se encontraba sentado en un sofá color beige que daba vista detallada de la labor que desempeñaba el doctor en ese instante.

Ángel Boo •Ziam Palik• OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora